El rey saudí Salman bin Abdelaziz inauguró ayer oficialmente la Línea de Alta Velocidad (AVE) que une las ciudades sagradas para los musulmanes de La Meca y Medina, en cuya construcción y explotación participan doce empresas españolas, si bien las operaciones comerciales comenzarán el 4 de octubre. En una ceremonia celebrada en la ciudad de Yeda, el rey Salman bin Abdelaziz declaró inaugurado formalmente el servicio, antes de subirse a uno de los nuevos trenes para realizar el viaje inaugural entre Yeda y Medina, según informó a Efe un portavoz del consorcio constructor.

Inicialmente, los trayectos del llamado Ave del desierto, que recorrió por primera vez con pasajeros los 450 kilómetros que cubre la línea el pasado 31 de diciembre, estarán limitados y se ofrecerán ocho viajes diarios entre La Meca y Medina durante cuatro días a la semana (jueves, viernes, sábado y domingo). En la inauguración también estuvo presente el príncipe heredero, Mohamed bin Salman, y otras autoridades del reino, así como el embajador de España en Arabia Saudí, Álvaro Iranzo; el presidente del Consorcio Español Alta Velocidad Meca Medina (CEAVMM), Jorge Segrelles, y representantes del consorcio Al Shoula.

Ese grupo está integrado por las empresas españolas Copasa (con sede en Ourense), ADIF, Cobra, Consultrans, Dimetronic, Imathia, Inabensa, Ineco, Indra, OHL, Renfe y Talgo, además de las saudíes Al Shoula y Al Rosan. "Esta inauguración supone un hito para la ingeniería española, que ha demostrado la capacidad de nuestras empresas e ingenieros para construir un tren de alta velocidad en unas condiciones climáticas extremas", subrayó hoy el presidente de CEAVMM, según un comunicado del consorcio.

El trazado de la vía atraviesa zonas llanas de desierto, algunas de ellas con vientos laterales que arrojan arena a la vía, que han obligado al consorcio español a aplicar 30 tecnologías de última generación para el modelo que cubrirá la línea (el Talgo 350 Haramain) con el fin de adaptarse a la arena y al calor. El AVE a La Meca es el contrato más ambicioso y de mayor valor logrado por empresas españolas fuera de España y fue adjudicado en 2011 por un total de 6.736 millones de euros, aunque por los ajustes en el proyecto el coste ya supera los 7.000 millones.