Construcciones Navales del Norte (La Naval de Sestao) seguirá, salvo sorpresa final, el mismo camino que las malogradas MCíes, Factoría Naval de Marín, Unión Naval de Valencia, Factorías Juliana, Astilleros de Sevilla, Astilleros de Huelva y Unión Naval de Barcelona, todas desaparecidas a causa de la recesión económica, la mala gestión y los efectos de la crisis del tax lease (y una conjunción de las tres, en muchos casos). El consejo de administración de la atarazana vasca acordó ayer solicitar al juzgado de lo Mercantil la apertura de la fase de liquidación tras no haber podido consensuar una propuesta de convenio con los acreedores, con los que suma un pasivo superior a los 150 millones de euros. La compañía, cuyos inicios se remontan a 1916, se acogió a la ley concursal en octubre del año pasado con un contrato en vigor de dos dragas gemelas de 158 metros; la primera fue desviada en febrero a Astander (estaba al 65% del proceso de construcción), y la segunda está a medias en las gradas vizcaínas. La armadora, la firma holandesa Van Oord, no ha querido confiarle la finalización del buque Vox Alexia.

Según transmitió el astillero en un comunicado, su intención pasa por negociar la construcción de la draga, para lo que necesitaría de un "inversor que soporte la responsabilidad del astillero", a modo de avalista. Pero, aunque ha manifestado que pretende también "la búsqueda de posibles inversores" para mantener la actividad, la vía de la liquidación resulta más rentable para un potencial comprador. Es el mecanismo que se siguió con Factoría Naval de Marín, por ejemplo, cuyos activos principales fueron transferidos a Nodosa después de que la administración concursal hubiese saneado su balance. Es también la que se ha barajado para Factorías Vulcano, aunque en este caso la firma viguesa aspira a blindar su continuidad dando entrada a un armador turco en el capital y sin perder el control accionarial.

A la última espantada de Van Oord se suma la pérdida de dos barcos más. Primero fue el cablero Living Stone, cuya armadora, la belga Tideway, trató de llevárselo a la fuerza del astillero durante la noche ante el temor a quedarse sin él dada la precaria situación económica de la empresa vasca. El pasado marzo recibió el penúltimo portazo con la cancelación de un pedido de Baleària, con quien había firmado un contrato para un ferri de unos 175 millones de euros propulsado con gas natural licuado. "Teníamos recursos financieros puestos, pero la realidad es que La Naval no está en condiciones de garantizarnos nada. La rescisión del contrato ya es una realidad", zanjó entonces el presidente de la naviera, Adolfo Utor. El golpe de gracia lo recibió, de nuevo, de Van Oord. La firma holandesa reclamó los 42 millones que había abonado como anticipo para la construcción del Vox Alexia (22.500 CGT) para mantener la posibilidad de terminarlo en Vizcaya. Pero, como temía la banca acreedora, las negociaciones se han roto por falta de confianza. En junio Van Oord recuperó su dinero; hoy está más cerca de hacer lo propio con el barco.

"Es hora de que la mesa tripartita que forman el Gobierno vasco, el Gobierno de Madrid y los trabajadores se active. Esta es una demanda que desde el principio está encima de la mesa y que ambos gobiernos se han negado a asumir. Y que dentro de la actividad de esa mesa de barajen todas las opciones para mantener el astillero", reivindicó la formación soberanista EH Bildu. A su juicio, "hay que valorar que la única opción que haga viable el futuro del astillero sea la publificación o, mejor dicho, la reversión del proceso de privatización al que se vio sumido este astillero hace unos años". El jefe del Ejecutivo vasco, Íñigo Urkullu, llegó a barajar la posibilidad de tomar una "pequeña participación" de La Naval para evitar que entrase en quiebra, pero nunca se ejecutó.

Según la memoria remitida al Registro Mercantil, Construcciones Navales del Norte cerró 2017 con un volumen de negocio de 90 millones de euros, frente a los 146 del ejercicio anterior, y acumula números rojos desde al menos 2013. Solo el año pasado registró unas pérdidas de 38 millones de euros. Cuenta con una plantilla de 219 trabajadores.