Además del derrumbe de los precios y el rotundo cambio de ritmo en la comercialización, el antes y el después del mercado inmobiliario tras el pinchazo de la burbuja trajo al sector muchos nuevos competidores. Especialmente los bancos, abocados a quedarse con los proyectos, finalizados o no, de las constructoras a las que financiaron y no pudieron pagar sus deudas. Las entidades que peor lo pasaron y tuvieron que ser rescatadas transfirieron el lastre del ladrillo de su balance a la Sociedad de Gestión de Activos Procedente de la Reestructuración Bancaria (Sareb), el banco malo ideado por el gobierno para sanear el sistema. Otros grupos financieros, e incluso algunas de las carteras de la propia Sareb, pasaron a manos de fondos de inversión, convertidos en auténticas inmobiliarias en la actualidad. En Galicia, de hecho, son los principales dueños de las viviendas en venta. Y también promotores de primera división, hasta el punto de que el pasado año levantaron más edificios que las empresas convencionales del sector.
Lo normal en estos últimos años es que este tipo de inversores rondara la veintena de edificios. Pero en 2017 la cifra se multiplicó por diez, hasta los 225, según los datos del Ministerio de Fomento. Las construcciones acabadas que estaban desarrolladas por sociedades mercantiles fueron 218, un 23% menos que el ejercicio anterior. En la incesante caída que se está dando entre las personas físicas y las comunidades de propietarios, el número de edificios con certificado de fin de obra se situó en 703, lo que supone casi un 20% de caída anual y un 80% por debajo de 2007, cuando llegaron a alcanzar los 3.459. En régimen de cooperativa solo se impulsaron tres y 14 por parte de las administraciones públicas.
Los fondos de inversión se convirtieron durante 2017 en el segundo gran promotor de edificios en Galicia con dos de cada diez. "No es ninguna sorpresa para nosotros", explica Javier Garrido, presidente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Pontevedra (Aproin).
La actividad parece levantar cabeza tras perder alrededor de un 85% de las firmas promotoras en la comunidad, al calor de la demanda, sobre todo por el tirón el alquiler y la reapertura del grifo del crédito. De hecho, las hipotecas que más están aumentando en Galicia son las de solares. Entre enero y julio, según los datos actualizados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se concedieron 133, un 44% más que en el primer semestre de 2017. Sin embargo, el importe prestado desciende un 33%. "El tipo de financiación ha cambiado mucho", explica Garrido, por las mayores garantías que exigen los bancos. "Las empresas ahora -añade- aportan muchos más recursos propios para aportar tranquilidad ante lo que pueda pasar en las operaciones".
Las hipotecas sobre viviendas aumentan también, pero mucho menos. Solo un 2,5% (5.954 en el semestre) en la comunidad. En el conjunto del Estado crecieron un 9,4%. Frente al 20% de alza de Castilla-La Mancha, el 14% de Madrid y alrededor del 13% en La Rioja y la Comunidad Valenciana, el norte y el noroeste del país, precisamente los más envejecidos, arrojan avances mucho más discretos. Junto con Galicia están a la cola País Vasco (1,5%), Asturias (2,1%) y Castilla y León y Cantabria (2,9%).
