La actividad se paralizó por completo ayer en la factoría de Maderas Iglesias en O Porriño. Los 200 trabajadores que componen la plantilla secundaron la huelga indefinida convocada la semana pasada por el comité de empresa como protesta por el impago de nóminas y la negativa de la dirección de la compañía a negociar un nuevo convenio que renueve al ya expirado en 2014.

Las movilizaciones se producen apenas dos meses después de que 34 personas se adhiriesen a un expediente de regulación de empleo (ERE) voluntario que la compañía puso en marcha para aligerar su masa salarial y ganar atractivo de cara a su futuro proceso de venta. Y es que, pese a la rebaja en sus costes laborales, la compañía no abonó ni la mensualidad correspondiente al mes de julio ni la extra de verano, que se suman a la también pendiente extra de navidad. La plantilla teme que estos impagos se prolonguen también para este mes y por ello justifican la convocatoria de estos paros como una medida de presión hasta que se encuentre una solución.

Maderas Iglesias se encuentra inmersa en pleno proceso de venta. En concreto, la firma, que llegó a ser el mayor fabricante de tarima flotante de toda España antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, busca la llegada de inversores interesados en tomar una participación en su capital y que aporten el músculo financiero necesario para garantizar su viabilidad. Sobre la compañía pesa la carga de una deuda que supera los 50 millones de euros, que la firma espera que asuma algún fondo interesado por su carga de trabajo.

Por el momento, el acercamiento con posibles compradores todavía no ha fructificado en ningún acuerdo y la única oferta formal, la presentada por un fondo representado por la entidad británica Bank & Clients, fue rechazada por su bajo importe (un millón de euros).