Tras algo más de dos años en la tienda de té Oolong Green en los que ha visto de cerca el avance de las ventas digitales, Isabel Pemán tiene claro que la guerra de precios no es una alternativa viable para garantizar la supervivencia del negocio. "Por precios está claro que no hay nada que hacer", señala. En su lugar, Pemán aboga por potenciar la calidad de los productos ofrecidos y por una atención al cliente personalizada. "Lo que intentamos es ofrecer un producto distinto a los demás e ir a la cabeza de la novedad", apunta.

Eso y "muchas horas". El empuje del comercio electrónico y de las grandes superficies obligan a estirar aún más su jornada laboral para no correr el riesgo de perder un valioso pedido de un cliente. "O estás trabajando a tiempo completo o te pierdes un porcentaje alto de ventas que no lo recuperas".

El comercio tradicional se enfrenta a una revolución que, según Pemán, está cambiando la mentalidad de los consumidores. "Hoy en día la gente no se fideliza porque tienes mucho de todo", comenta. Pese a ello, Pemán defiende la eficacia y la comodidad del pequeño tradicional frente al reclamo del precio de las plataformas de venta online. "A veces el cliente valora incluso la prontitud que ofrecemos en las tiendas y piensa que igual es mejor comprar en la tienda de al lado de casa porque al fin y al cabo se acaba ahorrando los gastos de envío y el tiempo que tarde en llegar el paquete a casa".