El Parlamento de Nueva Zelanda aprobó ayer una ley que prohíbe, salvo excepciones, que los extranjeros compren viviendas en el país. La regulación es una promesa electoral de la primera ministra neozelandesa, la laborista Jacinda Ardern, que acusa a fondos foráneos de especular en el mercado de la vivienda y elevar los precios con sus compras.