Fue concebido en 2007 para el Báltico por la naviera finlandesa Viking Lines, pero Astilleros de Sevilla cerró sus puertas y allí quedó, como un pescado a medio comer, con las espinas al aire. En 2013 Factorías Vulcano -que no había firmado un contrato en siete años- se hizo con el esqueleto, convencido de poder venderlo a alguna naviera; tardó otros cuatro años en encontrar un comprador, Trasmediterránea, en una operación en la que se hubieron de implicar Santander, Xunta y Pymar para que llegara a buen puerto.

Ayer el ferri Villa de Teror hizo su último viaje dentro de la ría tras abandonar el dique seco de Metalships & Docks, donde recibió la patente y reparó la obra viva. Esta semana empezarán las tareas de pintura sin una fecha concreta para la entrega, fijada inicialmente para el pasado 28 de junio. Tendrá una capacidad de 1.500 pasajeros, 450 vehículos y 600 metros lineales de carga. Naviera Armas, que el pasado octubre pagó 388 por Trasmediterránea, no ha desvelado la ruta que hará el único barco que tiene Vulcano en cartera. No podrá ser, por mandato de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), ni la de Huelva-Canarias ni la de Motril a Melilla.

La atarazana viguesa cuenta ahora con un pedido de cuatro bloques para crucero de exploración World Explorer, que construye el astillero West Sea (antiguo Estaleiros Navais de Viana do Castelo). Es todo, en espera de que pueda cristalizar el traspaso de la compañía -en manos de la familia Santodomingo- a un inversor con carga de trabajo.