Más que al póker, al que se le presupone estrategia y templanza, o al ajedrez, que es indisoluble a la pericia, en la Confederación de Empresarios de Galicia. Uno se mueve si los demás no miran; si algún jugador da el paso sin ocultarse del resto, es eliminado con aspavientos. Así se defenestró el mandato de Antonio Dieter, el de Antón Arias y la constante llamada a un consenso del que no participa nadie. El próximo 13 de julio concluye el plazo para la presentación de candidaturas a la presidencia de la patronal gallega, vacante desde el 25 de enero tras la retirada de Arias, hombre del bando coruñés. Y nadie parece querer dar el paso porque nadie, y así lo reconocen fuentes directas de la confederación, se fía de nadie. "Quieren desalentar a cualquiera", interpreta un empresario sobre los comicios, fechados para el 20 de julio. En la CEG hablan ya de que un potencial candidato sería, hoy, un "kamikaze". Sobrevuela sobre la casa una sentencia de medio millón de euros -todavía sin recurrir- por el uso indebido de fondos públicos.

"Igual hay alguno que se anima, pero después le puede aparecer un candidato de última hora o le hacen la vida imposible en el cargo", exponen desde Pontevedra, que este lunes analizó en Comisión Permanente el futuro de la institución. Recuerdan en la sede de Vigo la "traición" de Fontenla: en enero del año pasado los presidentes de las cuatro provinciales pactaron en una comida que no postularían a ninguno de los suyos si previamente no existía consenso entre todos. El coruñés incombustible -lleva 18 años al frente de su confederación- se saltó el acuerdo y entregó la propuesta de Antón Arias en el registro; faltaban diez minutos para que se cerrara el plazo de presentación de candidaturas. La Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP), presidida por Jorge Cebreiros, está decidida a hacer lo mismo. "Si alguno se presenta de improviso y sin consenso, que es lo que hemos defendido estos meses, Pontevedra irá con un candidato propio o se dará de baja para siempre" de la CEG. No se fían de que "el día 13 no aparezcan otra vez" con una propuesta sorpresa.

Desde la dimisión de Antón Arias -lastrado por su propuesta de reforma estatutaria, su defensa por la derogación de la reforma laboral o de un referéndum pactado en Cataluña- la patronal gallega ha estado gobernada por su junta de vicepresidentes, con Fontenla a la cabeza (es el de mayor edad). "Yo creo que es lo que están buscando, desalentar a cualquiera para que todo siga igual", constatan desde Ourense. Y de allí es el único que parece dispuesto a dar el paso, a juicio de las mismas fuentes. Se trata de José Manuel Pérez Canal, presidente de la confederación provincial y aspirante a patrón de la CEG en 2016. Perdió la contienda contra Antonio Dieter, que estaba respaldado por A Coruña y las asociaciones sectoriales.

Su relación con Fontenla no es buena, y tampoco con Lugo. En Pontevedra le han puesto una línea roja: si aspira a presidir la organización gallega deberá comprometerse a abandonar la de Ourense "en dos o tres meses". En la CEP creen que no quiere dar este paso. "Aquí estamos todos de acuerdo en que no se pueden simultanear dos cargos, porque la CEG requerirá el 200% del tiempo tal y como está". Un reino de taifas donde afloran contendientes debajo de las piedras, aunque no se quieran batir en duelo en una asamblea general. "Tal y como está diseñada la estructura de la confederación, un empresario que quiera dar el paso lo hace solo, sin respaldo ninguno. Imagine que se postulara Amancio Ortega, ¿no sería mejor una candidatura con vicepresidencias y vocalías?". Eso no está previsto en los estatutos, y para reformarlos hace falta mayoría de la junta. Nadie la tiene, vuelta a empezar.

En paralelo a esta situación se suma el descrédito que ha sufrido la CEG en los últimos años, sobrepasada en cuanto a generación de opinión y debate por entes como las Cámaras de Comercio o el Círculo de Empresarios. En el último año y medio la patronal gallega se ha pronunciado públicamente -a través de comunicados- 14 veces; seis versaron sobre su crisis interna. No se ha pronunciado sobre las infraestructuras, el desempleo, la crisis comercial o el nuevo Gobierno.