Al presupuesto de las familias le pasa exactamente lo mismo que al mercado laboral. No es extraño. Ambos van de la mano. A más paro y mayor precariedad en el empleo, menos ingresos. Con el Producto Interior Bruto (PIB) de Galicia, la actividad de la región, en máximos históricos, el gasto privado todavía no está en los niveles previos a la crisis. Cada familia de la comunidad desembolsó de media 26.963 euros el pasado año. Es el mayor incremento desde 2008, pero en aquel momento, durante los últimos coletazos de la bonanza y una ocupación de récord, se superaban los 30.000 euros, unos 3.100 euros más. Entre ambos ejercicios hay muchas diferencias que muestran cómo los ciudadanos cambiaron sus pautas de consumo para adaptarse a la nueva realidad económica. Y cómo también evolucionan los precios de los productos y la demanda de nuevos servicios. La vivienda y todo lo que tiene que ver con ella -agua, electricidad o gas, por ejemplo- se consolidan como el gran coste para las familias gallegas, aunque con un ligero abaratamiento en alguno de esos recibos durante 2017. No es el caso de dos grupos de gasto blindados hasta ahora por la administración pública. El pago por servicios médicos y hospitalarios se disparó en solo un año en Galicia un 97,4% y cerca de un 18% en educación, aunque en alguna de las etapas de formación, como la superior, la subida roza el 47%.

El desembolso de los hogares gallegos en 2017 ascendió a 29.381 millones de euros, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El aumento del consumo total, un 2,8%, es un poco más alto que la media por cada familia (2,6%), pero inferior al 3,1% registrado en el reparto por persona (10.937,7 euros). ¿Cómo es esto posible? Porque aunque los gallegos se aflojen el bolsillo pesa más la pérdida de población. De ahí que se hable del invierno demográfico no solo como un problema social, sino también como un enemigo para el dinamismo de la economía.

El gasto medio en el conjunto del Estado se situó en 2017 en 29.188 euros (2.225 euros más que en Galicia), después de un alza del 3,5% respecto a 2016. Madrid lidera los presupuestos domésticos con alrededor de 34.000 euros por año. Pero los avances más acusados están en Cantabria (8,7%), Murcia (7,1%) y Andalucía (6,1%).

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Casi 30 de cada 100 euros (7.674 euros anuales) del gasto de los hogares se van a eso, al hogar. La partida para alquiler se abarata un 2,5%. A suministro de agua fueron 132 euros, un 10% más; cerca de 700 euros a la factura eléctrica, que crece un 6%; y 165 euros al gas, que cae un 10,5%.

El 15% del desembolso es para alimentación: 4.134 euros. De toda la cesta de la compra destaca la carne (920 euros) y el pan y los cereales (575). El transporte absorbe el 13,4% del presupuesto de las familias (3.626 euros). Es uno de los capítulos que más aumenta (10,5%) por el tirón del gasto en coches (1.077 euros, un 23,1% más que el año anterior) y, sobre todo, los carburantes (1.348, lo que supone una subida del 15,2%).

En sanidad se fueron más de 1.000 millones de los gallegos en 2017, el 3,8% del gasto global. Mientras el coste de las medicinas aumentó un 6,3% (260 euros), los de otros productos médicos se recortaron un 32% (9 euros) y un 18% en aparatos y equipos terapéuticos (308). En servicios médicos y hospitalarios, en cambio, el gasto prácticamente se duplica (de 81 euros a 160) y se eleva un 22% en la visita al dentista (201 euros).

Dentro de la enseñanza sobresalen los incrementos en niveles superiores (117 euros, un 46,7% más), en la secundaria obligatoria (sube un 28%, con 34 euros) e infantil (20% más, hasta los 60,6 euros). En primaria se reduce un 32% (31 euros).

La recuperación parece contagiarse al ocio. Los gallegos destinan un 2% más a actividades recreativas y cultura (1.358 euros) y, sobre todo, a hostelería, con 2.487 euros, una subida del 12,5%.