El Índice de Precios al Consumo (IPC) evoluciona con los tiempos; ya no solo se calcula la variación del coste del calzado o la carne de cerdo, sino que ahora se incluyen también productos más modernos como las cápsulas de café, las chips, las cervezas sin alcohol o los audífonos. Lo que no ha cambiado es la visita al supermercado, y menos lo de comprobar cómo suben o bajan los precios de los alimentos básicos. Con la estadística oficial del INE en la mano, los consumidores gallegos son los que se han llevado más sustos en los últimos cinco años. Solo en Cataluña (7,5%) el coste de la cesta de la compra creció más que en Galicia, donde el aumento fue del 6,5%. Es un alza tres veces superior al de la inflación general, que incluye el vestido, la energía, el alquiler o los combustibles. Es decir, comer ha salido menos a cuenta que comprarse unas zapatillas.

La culpa la ha tenido principalmente el pescado fresco y congelado, que se ha encarecido más de un 22% desde abril de 2013 (es el triple que la variación del IPC). La escasez de materia prima y de posibilidades de pesca para la flota de proximidad redunda así de lleno en el bolsillo del común de los usuarios, aunque no en el de los marineros. Hace cinco años el kilo de jurel en primera venta se pagó en las lonjas gallegas a 0,95 euros; ahora cotiza solo tres céntimos por encima. Entre lo que cobra ahora más un armador (3%) y lo que pagan los clientes en el mercado hay una diferencia abismal, que los primeros achacan a los intermediarios. El encarecimiento de los productos del mar se repitió también con los crustáceos, con un 15% en este mismo periodo.

Otro de los productos que no se quedó atrás fue el aceite, que se incrementó casi un 19% acumulado, si bien en los últimos meses ha atenuado las subidas. Si se observan los datos desglosados, además del pescado, los productos frescos marcaron la tónica por el tirón también de las legumbres y las frutas frescas, que valen ahora casi un 19% más que hace cinco años. En este caso, como en el de la pesca, los representantes del sector agrario vuelven a cargar las tintas contra los intermediarios. Lo han hecho también con la leche, aunque en este caso por una razón bien distinta. Los sindicatos acusan a la gran distribución de utilizarla como producto reclamo con precios demasiado bajos, y las cifras del INE no descartan esta opción. En los últimos años la leche se ha abaratado más de un 6%, frente a la subida del 2% de los derivados (yogures o quesos).

En el capítulo de los que se han abaratado hay más sorpresas. Las patatas, que durante la peor etapa de la plaga que afectó a las fincas gallegas llegaron a encarecerse un 12% mensual, en los últimos cinco años apenas se han revalorizado en ocho décimas. Casi lo mismo que los huevos y que el café, que prácticamente cuesta lo mismo. Pero el resto de productos de primera necesidad (carne de pollo, cereales, pan o azúcar) se han hecho menos accesibles para unos bolsillos que apenas han mejorado desde entonces.