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Los patrones de la recuperación de la economía gallega

El beneficio de las empresas en Galicia crece más del doble que los sueldos

El peso de la remuneración a los trabajadores cae a mínimos en el PIB regional -Las ganancias de las compañías superaron en 2.800 millones a los salarios pagados en 2017

En un país como España, en el que el gasto de los hogares genera 57 de cada 100 euros de la riqueza, basta una gripe mal curada del consumo para propagar la neumonía por toda la economía. Los sueldos funcionan como una vitamina. Su importancia va mucho más allá del sustento de los trabajadores. Alimentan la demanda interna. Las empresas producen bienes y servicios, los consumidores compran y la rueda sigue girando. ¿Qué ocurre si la relación se resiente? La durísima doble recesión alteró una parte de ese equilibrio fundamental para mantener la buena salud de la actividad. En Galicia, con un peso algo mayor incluso del desembolso de las familias dentro del Producto Interior Bruto (PIB) regional -casi 60 de cada 100 euros-, el peso de los salarios cae a su nivel más bajo, mientras que el beneficio empresarial alcanza una aportación inédita hasta ahora. Por eso también el consumo privado se ha dejado más de tres puntos desde 2008 en el reparto del crecimiento de la autonomía.

La partida dedicada a la remuneración de los trabajadores alcanzó los 26.134 millones de euros el pasado año, según el Instituto Galego de Estatística (IGE). A pesar de que la actividad está en récord, por encima ya del periodo de bonanza previo a la crisis, los sueldos no. En estos momentos en la comunidad se abona a los empleados -incluidas cotizaciones sociales- unos 1.250 euros menos en comparación con 2008, consecuencia de la devaluación salarial, el impulso a la contratación parcial o por días y la bajada en la ocupación. Hay 186.717 puestos de trabajo menos que entonces, de los que 146.872 eran asalariados.

El excedente de explotación bruto y la renta mixta bruta, los conceptos que en contabilidad pública miden, sobre todo, las ganancias de las empresas -también las públicas-, los autónomos y otros rendimientos a mayores como los alquileres, se situó al cierre de 2017 en 28.916 millones de euros.

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En 2013, con los últimos coletazos de la segunda recesión, acabó el reinado de los salarios en el PIB gallego. O, dicho de otra manera, la recuperación se asienta sobre las ganancias de las empresas y no tanto en las nóminas de las plantillas. Siempre el pago de sueldos estuvo por encima en la contribución a la economía autonómica. El 2009, por ejemplo, representaba el 48%, frente al 44,1% de la cuenta de explotación de las compañías. Pero no ha parado de descender en los años que van con el PIB fuera de la crisis y el pasado ejercicio acabó en un 42,7%. Todo lo contrario está sucediendo con el beneficio empresarial, que en los últimos cinco años, según los datos que acaba de actualizar el IGE, saltó del 45% al 47,3%.

De hecho, los resultados de las empresas empezaron a dejar atrás las caídas antes que los salarios. En 2013, un ejercicio antes, por tanto, de que el PIB de Galicia saliera oficialmente de la recesión. Acumulan un incremento del 16,2%. La remuneración a los asalariados en la comunidad estuvo dos años más (2013 y 2014) a la baja. Su mejora entre 2015 y 2017 es menos de la mitad que el beneficio empresarial: un 7,4%. En 2017, el último año completo analizado por el IGE, el ascenso del excedente de explotación fue del 5%, con 2.782 millones de euros más que la remuneración de los trabajadores, que registró un aumento del 3,2%.

La evolución de la masa salarial en Galicia es un calco del comportamiento por sectores. A la cabeza están las actividades inmobiliarias, con el pie en el acelerador para dar salida al stock del ladrillo congelado tras el estallido de la burbuja del ladrillo y para aprovechar el auge del mercado del alquiler. Las retribuciones aumentaron un 9,3%. Le sigue el comercio, el transporte y la hostelería, que son las ramas que más contratos firman en Galicia: un 6,7% de subida. Y en tercer lugar está la industria manufacturera, que ya en 2017 mostró los primeros síntomas de recuperación, más evidentes en este 2018, como apuntan los datos de PIB del primer trimestre conocidos esta semana. La remuneración salarial en esta parte de la industria aumentó un 4,1%.

En el global de la industria el ascenso fue del 3,8%; un 2,9% en la construcción; un 3,2% en actividades profesionales; un 1,9% en la administración, en educación y sanidad; y únicamente cae en actividades financieras y seguros, con mucha fuerza, por encima del 6,5%.

En esas variaciones influyen muchas cosas. Desde el incremento neto del empleo en cada uno de los sectores, al tipo de contrato o la influencia que tienen los salarios más altos. La última encuesta estructural sobre sueldos publicada hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejaba que la mejora de las nóminas en Galicia durante 2016 se centraba especialmente en aquellos empleados con remuneraciones más altas, mientras que en el 25% de los trabajadores con peores sueldos la retribución caía un 0,5%. El recorte entre las mujeres con un puesto temporal fue del 1,1%; y del 1,7% entre los jóvenes de 24 a 34 años.

La hora de cada asalariado se pagó en 2017, según el IGE, a 16,8 euros, lo que supone un incremento del 1,6% anual. Prácticamente lo mismo que aumentó el número de horas trabajadas: un 1,5%.

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