El plan estratégico con el que trabajó en su reinvención desde el año 2015 deja a Abanca como la entidad financiera de referencia en el noroeste de la Península, una importante presencia en Portugal tras la compra de la red minorista de Deutsche Bank en el país, una holgada posición de liquidez para saciar el apetito por nuevas compras y un beneficio acumulado en los últimos tres años de 1.031 millones de euros. Buena parte del esfuerzo se centró también en ser otra vez un banco tradicional, cercano al cliente, y romper definitivamente con el agitado pasado de la fallida fusión de las cajas. El balance es "altamente positivo" porque durante todos los años de vigencia "se superaron los objetivos establecidos", destacan sus responsables en la Memoria Corporativa que acaban de publicar coincidiendo con la convocatoria de la junta general de accionistas el próximo 25 de junio. La rentabilidad se sitúa en el 10%, con más de 65.500 millones de euros de volumen de negocio y una morosidad del 4,7%. Y ahora, ¿qué? Abanca trabaja en el diseño de su nueva hoja de ruta hasta 2020 con tres ejes prioritarios. Quiere una estructura más simple, apostar por la omnicanalidad y potenciar el segmento del crédito al consumo y los seguros.

Para hacerlo toma como referencia sus previsiones sobre la economía de Galicia, sobre la que no descarta que en este 2018 vuelva a crecer por encima del Producto Interior Bruto (PIB) del conjunto del Estado. La "recuperación del mercado laboral" tirará del consumo privado y la inversión "se erigirá en el componente más dinámico de la demanda interna", sostiene.

En el próximo trienio Abanca aspirar a "transformar la organización". Buscará "una estructura más simple, ágil y cooperadora" para poder impregnar la innovación en toda la cadena de trabajo y que la digitalización sea efectiva en "los niveles de eficiencia y en el nivel de servicio al cliente". En esto último tendrá mucho que decir "la relación omnicanal". El banco quiere que sea cual sea la fórmula, desde la presencia física en sucursal a la aplicación para el teléfono, la atención a la clientela sea "homogénea" para así "potenciar la oferta de valor" y la vinculación a su servicio de banca móvil. Con ese objetivo se está acometiendo la profunda reforma de las oficinas. Van ya 128. La inversión alcanza los 26 millones y están reservados otros 100 millones para completar los cambios.

La tercera gran obsesión del banco para su nuevo plan estratégico es la rentabilidad "recurrente". Aprovechar mejor los productos de alto valor añadido, entre los que sobresale "la actividad de seguros". La división superó los 400.000 clientes al final de 2017, lo que supone un aumento de 31.288 contratos. El total de pólizas se sitúa en 665.000. La facturación en primas de seguros avanzó un 37%, hasta los 435 millones.

Dentro del objetivo de elevar la rentabilidad, Abanca coloca además una "especial atención" a la financiación del consumo, una de las partes del crédito que más está creciendo en España, tras el impulso a Abanca Servicios Financieros con la incorporación del negocio de la financiera del Popular tras su compra por 39 millones de euros.

A la junta de accionistas del 25 de junio la cúpula de Abanca llevará varias modificaciones de los estatutos para adaptarlos a la interpretación reciente que el Tribunal Supremo ha dado a la Ley de Sociedades y ratificar la distribución de dividendo de 146,8 millones de euros a cargo de los resultados del pasado año. El pago con acciones -la autocartera de la entidad ronda en estos momentos el 8% del capital- a trabajadores a través de incentivos a largo plazo se ampliará. Hasta ahora había 50 beneficiarios y el banco quiere ampliar a 100 el número para, precisamente, desarrollar el nuevo plan estratégico y "la mayor participación" de algunos directivos en los proyectos.