Maderas Iglesias se aproxima a sus horas más decisivas. Junio es el mes marcado en rojo en el calendario de todos sus trabajadores. Es entonces cuando expira el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal y finaliza el plazo que la plantilla otorgó a la dirección de la empresa para presentar un plan de viabilidad del que, por el momento, se desconocen sus detalles. La planta de O Porriño, que ahora integra toda la actividad del grupo después del cierre de sus centros de Vigo y Mos, opera con relativa normalidad, pero con el mes de junio en el horizonte para despejar el futuro de la empresa.

La firma, que en su día llegó a ser el mayor fabricante español de pavimentos de madera, negocia desde hace meses la entrada de un comprador con el pulmón financiero suficiente para insuflar aire a sus cuentas, aunque, según informaron a FARO fuentes conocedoras de la negociación, casi todas las opciones pasan por el desembarco de un fondo más que por su adquisición por otra empresa del sector.

Desde la multitudinaria movilización de febrero, en la que más de 200 trabajadores de la empresa realizaron una marcha desde la factoría de O Porriño hasta la sede de la Xunta en Vigo, la compañía vive meses de relativa paz social para asegurar pedidos y garantizar el ritmo de actividad de la empresa con el objetivo de allanar su futuro.

Apenas un mes después de la marcha, la compañía mantuvo dos encuentros claves para normalizar la situación hasta, al menos el mes de junio tanto entre dirección y plantilla como, conjuntamente, con el Igape. De allí salió el compromiso de la empresa de garantizar el pago de nóminas al día y de dejar fuera del ERE a aquellos trabajadores que ya hayan consumido más de 400 días y no tienen derecho a prestación por paro. Un acuerdo que se ha mantenido vigente hasta ahora, pero que enfila su recta final a la espera de que se despeje el futuro de la firma porriñesa.