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La memoria del oro

El plan social de Iberdrola por el complejo hidroeléctrico del Alto Támega recupera la principal mina romana del noroeste peninsular

Obras de Iberdrola en el complejo hidroeléctrico del Alto Támega. // FDV

La naturaleza marcó el destino de Vila Pouca de Aguiar. Sin ella no se entendería ni la historia ni la economía de este pequeño municipio portugués de la región de Tras os Montes, a unos 66 kilómetros al sur de Verín, que vive esencialmente del sector del granito, de la comercialización de la castaña y las setas y de la carne de cabrito. Es fácil cruzarse con un rebaño paseando tranquilo por la zona. El tiempo aquí parece tener su propio ritmo, aletargado quizás por las impresionantes sierras y los ríos que resguardan el territorio y que permitieron a los romanos hace 2.000 años abrir una de las mayores explotaciones de oro para el imperio. Obligados a trabajar en ella, la población local y los caminantes pagaban así los impuestos a Roma. Las minas de Vila Pouca de Aguiar estaban enlazadas con las del sur de Galicia por la Vía Nova y todo el material, ya limpio, se enviaba luego hasta Astorga. Queda oro, pero no lo suficiente como para que la reapertura sea rentable. El yacimiento intenta recuperar la memoria de los viejos tiempos con la ayuda de lo que traen los nuevos. Con el apoyo del plan socioeconómico que Iberdrola firmó en la concesión para construir y operar muy cerca d Vila Pouca de Aguiar el mayor complejo hidroeléctrico de Portugal.

El país es una rara avis en el aprovechamiento del agua como fuente de electricidad limpia. Sin apenas nuevos proyectos en toda Europa, más allá de repotenciaciones, en 2006 el entonces Gobierno luso decidió revisar la capacidad instalada en embalses y localizó varias ubicaciones posibles para sacar centrales a concurso. La del Alto Támega concentra más de la mitad del programa: 1.158 megavatios (MW) de potencia capaces de producir el equivalente al consumo eléctrico de la industria siderúrgica de Galicia.

"Fue muy interesante porque nos presentamos todas las empresas con experiencia hidroeléctrica de España y Portugal", recuerda el vigués José María Otero Zarauza, responsable en Iberdrola del proceso administrativo del complejo hidroeléctrico. A diferencia de otros proyectos de este tipo, que generalmente se encuentran con muchísimas trabas administrativas, esta vez era la propia administración la que buscaba sacarlo adelante y "las cosas son más fáciles". Levantar una triple central -Gouvaes, Daivoes y Alto Támega- desde cero supone hasta para la compañía, líder en renovables, un auténtico desafío. "Hasta desde dentro -comenta Otero-. De los que hicieron presas en su momento quedan muy poquitos".

En Daivoes comenzó la pasada semana el hormigonado de la presa. Durará poco más de un año. Gouvaes es una obra diferente. Hay cuatro kilómetros de túnel desde un afluente del Támega y dos más de tubería blindada hasta la central, que va en una caverna. La excavación se completó también hace poco y empezó la instalación de los grupos.

El objetivo es que ambas estén listas entre 2021 y 2022. Alto Támega, prevista para 2023, va, por tanto, más despacio. Iberdrola cuenta con disponer del desvío del río para otoño. "El calendario va conforme a lo previsto", remarca José María Otero.

Los trabajos, en los que participan ingenieros gallegos, suman una astronómica inversión superior a los 1.500 millones de euros. La concesión costó algo más de 300 millones y el Plan de Acción Sociocultural y Mediambiental acordado con las autoridades durante la tramitación medioambiental para compensar el impacto del proyecto alcanza los 50 millones.

Iberdrola firmó acuerdos con siete municipios del área del Alto Támega para financiar proyectos propuestos y gestionados por ellos y, a mayores, asume el coste y colabora con otros planes como el de convertir Tresminas, el viejo yacimiento romano de Vila Pouca de Aguiar, en un destino turístico único en Portugal.

"Esta es la zona donde hay que apostar más", explica Ana Rita Dias, vicepresidenta del municipio, para ayudar a "fijar y desarrollar la economía local". De hecho, las autoridades de zona siempre tuvieron claro que Tresminas debería ser uno de los territorios a beneficiarse del plan firmado con Iberdrola dado su "alto potencial". "Es el mejor ejemplo de una mina romana en Portugal y uno de los mejores a nivel internacional", asegura David Ferreira, representante de la Dirección Regional de Cultura del Norte.

Tresminas, con una superficie de 300 hectáreas, dejó de estar ocupada y explotada por los romanos a partir de la segunda mitad del siglo II. Y no volvió a tener actividad minera. El abandono tan prolongado permitió recuperar parte del equilibrio medioambiental perdido durante los años de explotación. Por eso en 1997 el Gobierno portugués lo calificó de interés público.

El Centro de Interpretación situado a pie de las minas, donde es posible visitar alguna de las galerías, permite comprobar la riqueza histórica y patrimonial de la zona. Entre 2016 y finales de este ejercicio Iberdrola habrá invertido alrededor de 850.000 euros en la iniciativa de mano del Ayuntamiento de Vila de Pouca de Aguiar y la Dirección General de Cultura del Norte de Portugal para la financiación del equipo técnico, la continuación de los estudios históricos, geológicos y de fauna y flora o la adquisición de equipo para las visitas. La aportación total de la compañía se mantendrá hasta un total de 1,84 millones porque el reto no acaba ahí. Tresminas quiere ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y ya está en conversaciones con Las Médulas de León para conseguirlo.

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