Los diputados de la comisión del Congreso de los Diputados para investigar lo sucedido en el sector financiero durante la crisis se van a quedar con las ganas de saber algo en claro de la gestión de José Luis Méndez al frente de Caixa Galicia. Al menos por su boca. Después de evitar su comparecencia en persona alegando una enfermedad y de que la primera ronda de respuestas por escrito a los grupos se diluyera en vaguedades y un constante "no me acuerdo", el que fue director general de la quebrada entidad coruñesa opta por seguir la misma línea en la segunda batería de contestaciones. La mayoría es un copia y pega de la anterior comunicación. Lo poco nuevo que hay es un dedo apuntando directamente al consejo de administración. Si hasta ahora aseguraba desconocer los balances de Supervisión del Banco de España que pedían desde 2007 más control y ajustes en Caixa Galicia y acreditaron su inviabilidad ya en 2009, esta vez prefiere abrir el abanico. Cuestionado por el informe del 9 de diciembre de 2010 que comunicó a la caja fusionada los cientos de millones de euros pendientes de provisionar por culpa de la entidad que dirigía, Méndez se escuda en que ya estaba jubilado. "En todo caso, mientras fui director general de Caixa Galicia, las conclusiones y comentarios de las inspecciones del Banco de España eran trasladadas a la entidad al cierre de la inspección, mediante el documento formar correspondiente y remitidas directamente al Consejo de Administración a través de su Presidencia con registro de entrada en la Secretaría de la entidad", asegura.

A los miembros del principal órgano de decisión de la caja apunta también a la hora de justificar su salario. Como publicó FARO, José Luis Méndez cobraba unos 2,5 millones de euros anuales y se fue con una jubilación de más de 16 millones. Parte de esos consejeros aseguraron en todo este tiempo que desconocían semejantes retribuciones. "Durante toda mi vida profesional en Caixa Galicia las condiciones de mi contrato laboral, que constituyen datos de carácter personal -sostiene-, eran aprobadas por el consejo de administración de la entidad", dice.

A pesar de que internamente Caixa Galicia preparó sus propios informes para buscar una fusión, también de la de Caixanova ante la situación crítica en la que estaba el negocio -es uno de los documentos que constan en la comisión de investigación del Parlamento de Galicia-, Méndez afirma que no se acuerda. Sin embargo, sí tiene en la cabeza "el informe de KPMG", encargado por la Xunta para forzar la operación.

Sobre su relación con Enrique Bañuelos, todopoderoso presidente de Astroc, uno de los símbolos del pinchazo de la burbuja del ladrillo en España, pasa de puntillas. "Mientras fui director general de Caixa Galicia ninguno de mis hijos mantuvo relación laboral alguna o de negocio alguna con el señor Bañuelos", dice. Pero preguntado si después uno de ellos fue director de Estrategia de Veremonte, propiedad de Bañuelos, vuelve la falta de memoria. "A lo largo de su carrera profesional, mi hijo ha colaborado en diversos proyectos laborales y empresariales. En el caso concreto al que se refiere, no recuerdo la función que desempeñaba", sostiene.

"¿Volvería a hacer las cosas de la misma manera que las hizo? ¿Qué hubiera cambiado?", le preguntan. "No me planteo esas cuestiones", zanja Méndez.