El ferri de Vulcano volvió ayer a las gradas del astillero tras dos meses de estancia en el dique seco de Metalships & Docks, donde fue sometido a tareas de limpieza en la obra viva, pintado e imprimación de patente, además de a la instalación de ejes y hélices. El buque, de 139 metros de eslora y 22 de manga, será entregado a finales de abril a una armadora ya integrada en Naviera Armas, que en octubre pagó 260 millones de euros por Trasmediterránea. A partir de esa fecha, en apenas cuatro meses, el futuro del astillero será incierto una vez más. Factorías Vulcano es el único constructor naval bajo amenaza de quedarse sin carga de trabajo a corto plazo. Los demás, salvo Francisco Cardama -en fase de construcción de un multipropósito para Senegal-, lograron nuevos contratos a lo largo de este ejercicio.

El naval gallego se encaramó hasta septiembre al segundo puesto de nuevas contrataciones de la industria de la Eurozona con contratos por 500 millones, como avanzó FARO. Pero esta recuperación ha pasado de largo, de momento, por la histórica compañía de Teis. La última vez que se adjudicó la construcción de un nuevo buque fue en 2007, que se paralizó por parte de la armadora, la noruega Polycrest, cuando solo se había fabricado uno de los bloques. De hecho el ferri de Trasmediterránea ha protagonizado también una larga crónica de sobresaltos y expedientes de regulación de empleo desde la compra de la estructura -sin terminar- al fallido Astilleros de Sevilla. Tardó cuatro años en asignarle un comprador. Ahora procederá en sus gradas a la instalación del último bloque (puente de mando), la habilitación interna y la instalación de los motores.