Con una empresa de 101 años es difícil encontrar un solo hito del que sentirse orgulloso, como admite Mario Cardama Barrientos. El astillero Factorías Cardama lleva desde 1916 en primera línea de costa, emparedado entre el Vigo más industrial y otro que se tornó en cosmopolita conforme fue creciendo la ciudad. "Nuestro sector ha sufrido siempre unos altibajos enormes, han pasado muchas cosas". El empresario echa mano de una.

"En los ochenta hicimos la reconversión naval por nuestra cuenta, nos echamos al monte", dice, sin recurrir a fondos públicos. Y, como no participó de la reconversión al uso, "tuve que plantarme en Madrid con abogados" para entrar en Pymar. Se confiesa orgulloso de haber emprendido ese camino entonces, y de contar con relevo en la compañía ahora. Dos de sus hijos trabajan ahora en la compañía. "A menos que se aburran un día y marchen", la familia Cardama seguirá a pie de obra.

El directivo es franco y, aunque pone en valo el asociacionismo del sector, pone distancias frente a los vínculos que se crean en industrias como la de la automoción. "En ese caso hay una empresa que marca la pauta, que guía, y los demás tienen que adaptarse". El naval es más un reino de taifas, a su entender, que sí se unió ante el envite de Bruselas con la anulación del viejo tax lease. "Eso fue una amenaza gravísima que nos afectó a todos, pero también algo puntual".

Cardama, que acaba de llegar de viaje por Senegal, Sri Lanka y Perú --"hay que ir a buscar el trabajo"- es lo opuesto a la autocomplacencia. "No nos ha interesado la mejora de la productividad ni a las empresas, a los trabajadores o los sindicatos", y clama contra una formación que, en vez de cubrir la mano de obra específica y especializada que demanda la industria, "se utilizó solo para beneficiarse de las subvenciones". "Tienes que preocuparte por mejorar. ¿A que no te gustaría que te operase un médico con técnicas de hace 40 años? Aquí es lo mismo". Pero el sector naval clama por soldadores, matriceros, torneros, moldistas... y no los encuentra.

"Es un negocio con futuro", dice, "porque el transporte mundial es marítimo". Con un multipropósito en grada, el astillero ultima "contratos reales" que, si cristalizan, darán "mucho trabajo". Pero Mario Cardama no suelta prenda por aquello de la "cautela". El año pasado la compañía realizó distintos actos para celebrar su centenario y "enseñar a la gente lo que hacemos". No le importaría dejar Bouzas para ubicarse en un espacio que le permitiera crecer y "ofrecer mejores servicios". "Lo llevo diciendo veinte años". ¿Posible ubicación? "La costa de Santa María de Oia, con un puerto exterior". Uno útil, no como el de Punta Langosteira. "Si España no hubiese gastado en tantos aeropuertos, autopistas y edificios seríamos más ricos que China".