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El tirón de la actividad manufacturera

La industria gallega bate récords de importación de pesca: compró por 1.150 millones hasta julio

Más de ocho de cada diez toneladas comercializadas por el sector son foráneas en origen, un máximo histórico -China, primer mercado no comunitario con 30 millones facturados

La industria gallega de transformación pesquera ha alcanzado un nivel de actividad tan elevado que, para cubrir sus necesidades de materia prima, tendría que comprar casi todas las capturas realizadas por los todos barcos españoles durante un año. El sector comercializó el año pasado más de 720.000 toneladas de productos a base de proteína marina, pero la flota lleva años faenando apenas un millón de toneladas, que también se destinan a la venta en fresco y a la conserva, y por eso esta industria es netamente importadora. Pero la compra exterior de materia prima se ha disparado y, a día de hoy, el 82% de la mercancía que transforman o venden (o ambas cosas) las empresas manufactureras proceden de terceros países. Hasta julio las importaciones alcanzaron los 1.150 millones de euros de valor comercial, un 13% más que en el ejercicio anterior y el doble que hace solo siete años. La industria gallega nunca había vendido tanto, y tampoco nunca había necesitado tanto pescado del extranjero como ahora.

Son varias las razones que motivan este escenario. La principal, por el fuerte incremento de la demanda de productos pesqueros en el mercado europeo, asiático y norteamericano. China es ya de hecho el primer comprador no comunitario de la industria gallega, con más de 30 millones en ventas en los siete primeros meses del año, lo que representa un incremento del 25% y le permite superar a Vietnam. El foco del sector en el gigante asiático es notorio, y algunas de las mayores empresas del sector acudirán el 1 de noviembre a la principal feria continental de pescado, que se celebra en Qingdao (Pescanova, Iberconsa o Interatlantic figuran entre los expositores). Estados Unidos, todavía residual como mercado, también triplicó sus importaciones (de tres a 8,7 millones de euros).

También por la escasez de capturas de especies de elevada dependencia en la industria, como los cefalópodos (pulpo, pota y potón, sobre todo), lo que ha empujado a las manufactureras a recurrir a la compra de materia prima coreana, de Vietnam o de Marruecos. Solo en el último año las importaciones desde el país magrebí aumentaron un 37%, hasta superar los 106 millones de euros hasta julio. O India, uno de los países con más desarrollo de la acuicultura, desde donde las ventas de pescado a Galicia crecieron en otro 34,5%. Porque, ante la escasez de pescado salvaje -el mantra que asume y repite la industria es que es un recurso limitado-, la cría en cautividad irá cogiendo más peso. La FAO estima que, para 2022, el consumo de productos pesqueros de acuicultura superará a los salvajes. Y en Galicia solo se crían rodaballo y mejillón a nivel industrial; salmónidos, langostino, panga, tilapia... todo procede de terceros países.

Y por último está la propia expansión exterior de las empresas, cada vez más asentadas en el extranjero a través de filiales o sociedades mixtas. Salvo excepciones, todo lo que faenan los barcos del sector en Argentina, Namibia, Malvinas, Sudáfrica o Senegal se computa como importaciones. El objetivo de la industria pasa de hecho por elevar su presencia en origen para disponer de mayor materia prima, de ahí la estrategia expansiva de Iberconsa (en Namibia, Argentina y Sudáfrica), Pereira (con la compra del atunero Pont Saint Louis y el encargo de un arrastrero para las Falkland), Profand (en Marruecos, con la adquisición de la mayoría del capital en el grupo Sofinas), Mascato (con buques para Gran Sol) o Videmar (nuevamente para los caladeros argentino y namibio).

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