Tras la oscura etapa del escándalo de las manipulaciones de las emisiones de los motores diésel de algunas de las principales marcas ( dieselgate), la calma parecía haber vuelto a los fabricantes de automóviles. Con su recuerdo aún presente, ahora es otro el escándalo que gira en torno a los automóviles aunque, en este caso, las manipulaciones se produjeron a kilómetros de distancia de estas factorías. En concreto, en la siderúrgica japonesa Kobe Steel, que ha visto "su credibilidad reducida a cero", tal y como reconoció su propio presidente, Hiroya Kawasaki.

El dirigente desveló que la firma falseó los certificados sobre calidad y resistencia del aluminio y el cobre que salía de sus fábricas e inició una investigación para conocer su impacto y en qué año se iniciaron.

Entre los 200 socios comerciales de la empresa japonesa que se han visto afectados están desde Boeing hasta las mayores automovilísticas del país como Toyota, Honda o Nissan, que empleaban este aluminio para la fabricación del capó y de las puertas traseras de los vehículos. Una lista de afectados que podría no estar cerrada, ya que incluso General Motors sospecha que también se podría haber visto afectada.

El escándalo podría forzar la llamada a revisión de millones de automóviles por motivos de seguridad. La razón se encuentra en que esta menor resistencia de los materiales reduciría su capacidad para amortiguar los impactos, agravando los accidentes. El temor a una fuga de clientes y de indemnizaciones a los fabricantes por la llamada a revisión de vehículos han golpeado a las acciones de la compañía, que se han dejado un 35% en Bolsa desde que se reveló el escándalo.