La central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), la más antigua de las siete que operan en España y cuya actividad está parada desde diciembre de 2012, será definitivamente clausurada tras la decisión del Gobierno de no renovar la autorización, anunció ayer el ministro de Energía, Álvaro Nadal.

Nadal justificó esa decisión por el escaso impacto de la central en el sistema eléctrico español, ya que tiene una potencia de solo 400 megavatios, y porque no existe certidumbre política ni económica para que puedan amortizarse las inversiones necesarias para la apertura, dada la oposición de la mayoría de grupos parlamentarios a su continuidad.

Garoña, ubicada en el valle de Tobalina, es la tercera central nuclear que se cierra en España, tras los cierres de las de Vandellós I (Tarragona) y Zorita (Guadalajara). Endesa ha señalado que Garoña ha acumulado en los cinco años de cierre pérdidas de 360 millones de euros.

El calendario del cierre

Nadal informó de que la orden ministerial por la que se denegará la renovación de la autorización se firmará "inmediatamente" y su desmantelamiento se prolongará entre 13 y 16 años. El ministro de Industria, que dejó claro que este movimiento no se puede extrapolar al resto de las centrales, recordó que su cierre tendrá un impacto "nulo" en la seguridad del suministro y en el precio de la electricidad. Además, recalcó la existencia de un plan social para los 400 empleados que trabajaban en la planta.