Los gallegos nacidos entre los años 1965 y 1985 son los más expuestos a perder bienestar económico debido a las reformas de las pensiones, según un ejercicio de simulación realizado en un informe publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). La evolución estimada de los salarios y de las prestaciones públicas a largo plazo apunta a que los ciudadanos que ahora tienen entre 32 y 52 años soportarán un "empeoramiento progresivo" de su situación en relación a las cohortes de edad inmediatamente anteriores y más cercanas a la jubilación, en tanto que para los que ahora son más jóvenes, incluidos los que aún no están en edad de trabajar, se producirá una recuperación progresiva. En Galicia, según el último censo de población, son unas 880.000 personas comprendidas en la franja de edad que se verá más afectada por la depreciación en las rentas.

Alfonso R. Sánchez, profesor asociado de la Universidad Complutense de Madrid, firma este nuevo trabajo académico en el que se intenta responder a dos cuestiones principales: si las reformas de las pensiones de 2001 (retraso de la edad de jubilación y otros cambios, impulsada por el PSOE) y de 2013 (nueva revalorización desconectada de la inflación desde 2014 y ajuste de las nuevas pensiones según la esperanza de vida a partir de 2019, reforma obra del PP) logran estabilizar el desfase entre gastos e ingresos del sistema y si los costes que genera el cambio demográfico se reparten de un modo "razonable" entre los trabajadores en activo y los pensionistas.

A esta última cuestión el autor responde así: según las proyecciones que se utilizan, las pensiones (netas de impuestos) bajarán en términos reales y los salarios (netos de impuestos y cotizaciones) subirán, "de modo que la reforma parece distribuir los costes del envejecimiento de modo excesivamente desfavorable para los pensionistas".

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El principal impacto para estos últimos se produce en el poder adquisitivo como consecuencia del procedimiento para actualizar las prestaciones que sustituyó al que las revalorizaba según las variaciones de la inflación. Desde 2014, se aplica otro índice vinculado al saldo de ingresos y gastos de la Seguridad Social y que asegura una subida mínima del 0,25% cuando, como en todos los años desde que comenzó a utilizarse en 2014, el sistema está en déficit. "Los jubilados más longevos pueden esperar pérdidas de entre el 25% y el 30% del valor real de la pensión inicial como consecuencia de la aplicación del índice de revalorización", escribe el economista Alfonso R. Sánchez para Fedea. En términos "más abstractos", añade, ese resultado supone que la factura del envejecimiento y por tanto el sacrificio que requiere sostener el sistema de prestaciones públicas se hace recaer principalmente sobre los propios pensionistas.

El informe hace una tentativa de evaluar qué generaciones serán potencialmente las más perjudicadas por el recorte en la generosidad de las pensiones, considerando también la evolución esperada de los salarios (a partir de las expectativas de productividad). Se calcula así cómo será según las edades el grado de bienestar económico en el conjunto de un período que cubre 20 años de la vida activa y todo el de jubilación de la persona. El resultado es este: el balance de quien haya nacido en 1955 será mejor que el de sus antecesores y esa progresión favorable continuará hasta quien haya nacido en 1965; pero a partir de ahí, el avance se detiene y aparecerá una tendencia declinante que perdurará hasta los nacidos en 1985; a ella seguirá una recuperación también progresiva para quienes ahora tienen por debajo de 32 años.