La reforma laboral de 2012, que ahora cumple cinco años, nació de la convicción de que España tenía que elegir entre conservar el tipo de cambio fijo (seguir en el euro) o mantener fijos los costes, y que no podía pretender salir de la crisis y reconducir las elevadísimas tasas de paro sin realizar una ajuste por al menos una de ambas vías: depreciar la moneda (una herramienta de la que no disponía) o forzar efectos análogos a una reducción del tipo de cambio de la moneda mediante una devaluación salarial que deprimiera los costes.

Se partía además de la premisa de que, dado el paro galopante, el desmedido endeudamiento de empresas y familias y la restricción crediticia a consecuencia de la crisis bancaria, la demanda interna difícilmente podría ejercer de fuerza motriz de la recuperación como había hecho en anteriores recesiones, por lo que sólo existía la opción de crecer por la vía externa, lo que a su vez era imprescindible para reconducir el desmesurado endeudamiento exterior de la economía española.

La flexibilidad laboral, el abaratamiento del factor trabajo y los menores costes y mayores facilidades de despido facilitarían, se dijo, acabar con el drama español de la dualidad del mercado laboral y la excesiva tasa de temporalidad, que dañan la competitividad nacional, reducen su potencial de crecimiento e impiden el necesario cambio de modelo económico.

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Un lustro después, muchos de estos pronósticos se han incumplido: la economía está creciendo por la demanda interna (el sector exterior sigue restando PIB, aunque el saldo por cuenta corriente es positivo); los servicios lideran la creación de empleo (81,3% de los nuevos ocupados desde 2012, lo que está muy vinculado al turismo y la hostelería, y no tanto a sectores de alto valor añadido); FMI, OCDE y UE respaldan la reforma pero alertan de que la temporalidad y la precariedad siguen al alza y de que la desigualdad y el riesgo de pobreza entre los ocupados españoles es muy inquietante (todo lo cual tiene efectos económicos, sociales y políticos), y la creación de empleo, aunque en tasas positivas muy apreciables, arroja muchos claroscuros y dudas en términos cuantitativos y cualitativos.

| Paro y fuerza laboral. Desde que se aprobó la reforma laboral, el paro, según la Encuesta de Población Activa, se redujo en 1,4 millones de personas pero el 23,3% de esta reducción no fue por la creación de empleo sino por la caída de la población activa. La merma de la fuerza laboral española y el empequeñecimiento del mercado de trabajo por el desistimiento, renuncia o marcha de España de muchos parados fue un fenómeno que no había ocurrido en toda la crisis, que empezó a producirse en 2012 con la reforma laboral y que no cesó desde entonces ni aun con la economía creciendo a la elevada tasa del 3,2% en 2015 y 2016. Desde la reforma laboral han desaparecido 326.900 personas del mercado español de trabajo, que el Gobierno se apunta como un logro en la lucha contra el desempleo.

| Ocupación. La ocupación aumentó en España desde el segundo trimestre de 2012 en más de 1,07 millones de personas. Se trata de un saldo muy positivo y apreciable en términos absolutos, pero sobre el que cabe hacer consideraciones que atenúan la euforia. Y no sólo por la mala calidad de la mayoría del empleo que se está generando. También por la cantidad de la ocupación.

El PP prometió el 7 de septiembre de 2011 la creación de 3,5 millones de empleos en cuatro años. Pero en los cinco años desde la reforma laboral se han creado 1,07 millones, el 30,6% de la ocupación pronosticada.

El ministro De Guindos dijo el pasado día 20 que espera la creación de otro 1 a 1,5 millones de empleos de aquí a 2020. Esto supondrá que en 2020 aún faltará un millón de empleos para cumplir la promesa electoral.

| Cuánto se debe a la reforma. No todo el empleo creado se debe a la reforma laboral. El FMI dijo el 30 de enero que dos tercios del crecimiento económico español obedecen a factores externos. El tercio restante, de impulso endógeno, hay que repartirlo entre todas las reformas realizadas (caso, entre otras, del saneamiento bancario), la finalización del ajuste (los derrumbes también tocan fondo) y la capacidad intrínseca de los resortes económicos nacionales para reemprender el camino de la recuperación.

| Sin reforma habría más paro. Gobierno, patronales, FMI, OCDE y BBVA afirman que sin la reforma laboral España hubiese destruido entre 200.000 y un millón de empleos más. Es posible que sea cierto, pero se trata de una estimación inverificable. Lo que sí es constatable es que, con la reforma laboral de 2012 en vigor, España siguió siendo una máquina de destruir empleo durante dos años. El paro aumentó hasta 2014 en 293.800 personas y ello pese a que otras 188.900 personas desaparecieron del mercado laboral. Entre el segundo trimestre de 2012 y el primer trimestre de 2014 la ocupación se contrajo en 482.600 personas (241.300 ocupados menos por año). Y la tasa de paro remontó en el primer año de la reforma del 25,2% de la población activa al 27,1% en el primer trimestre de 2013. En los dos primeros años tras la reforma desaparecieron 80.307 negocios. El proceso fue tan pavoroso que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, se encomendó a la Virgen del Rocío y pidió a Iberia que no aplicase la reforma laboral.

| 2014, año clave. España no empezó a crear empleo hasta el segundo trimestre de 2014 (dos años después de la reforma) y la caída de la tasa de paro no se afianzó en una senda sostenida sin retrocesos hasta el primer trimestre de 2015.

La tasa récord de desempleo sobre población activa se alcanzó en España (27,1%), la Eurozona (10,3) y la UE (8,9) en los dos primeros trimestres de 2013. Lo mismo ocurrió en el conjunto de la OCDE. Y otro tanto en la economía mundial, según la OIT. Por lo tanto, el cambio de tendencia en 2013 fue internacional y no un fenómeno específico de España. Otra cosa es la intensidad. En España fue mayor que la media de la UE porque había destruido más empleo y está más lejos de recuperar los niveles de ocupación de 2007. La UE recobró el nivel de PIB de 2007 en el primer trimestre de 2016 y España espera alcanzarlo este año. España tiene también más capacidad potencial de crear empleo porque, mientras la UE ya volvió a niveles cercanos a entonces -como acaba de recordar el BCE en su boletín de enero-, a España aún le faltan 1,97 millones de ocupados más. Es decir, España sólo ha hecho dos tercios del camino de vuelta.

España es una economía volátil, que siempre sobrerreacciona a los estímulos positivos y negativos más que otras economías. Destruyó más empleo que sus socios por unidad de PIB perdida y ahora experimenta la llamada regresión a la media o efecto rebote también con más impulso. Y desde 2014 se vio mucho más favorecida que el promedio europeo por el derrumbe del precio del petróleo (España es uno de los países más beneficiados por su mayor intensidad y dependencia energéticas, como acaba de constatar Eurostat), los tipos de interés oficiales en el 0% ("España es muy sensible" a los tasas de interés, admitió el ministro De Guindos el 31 de enero, a causa del alto endeudamiento de la economía), la compra de deuda pública y privada por el BCE (sólo el Estado se ha ahorrado 5.000 millones anuales en costes financieros pese a que la deuda soberana está en niveles inéditos), la depreciación del euro (España es uno de los tres países más beneficiados, según World Economics), la recuperación europea desde el segundo trimestre de 2013 (España dirige a la UE el 66,3% de sus exportaciones) y el récord de turismo extranjero por la inestabilidad en países competidores del Mediterráneo, lo que permitió a España recibir doce millones de turistas "prestados", según el "lobbie" empresarial Exceltur. Por todas estas razones, la facturación empresarial volvió a tasas positivas en 2014. Fue entonces cuando se dinamizó el mercado laboral.

| Acompasamiento con Europa. El argumento de que la reforma laboral de 2012 permitió a España enlazar de inmediato con la recuperación europea (España salió de la segunda recesión en el tercer trimestre de 2013, solo un trimestre después que la UE) no es preciso, dado que España también salió de la primera recesión (primer trimestre de 2010) sólo un trimestre más tarde que la media europea. Tampoco es un hecho diferencial que ahora sea una salida de la recesión con empleo y entonces no porque, como acaba de apuntar el BCE en su boletín de enero, esto mismo fue lo que pasó en el conjunto de la UE.

| Intensidad. Tampoco se aprecia una intensidad superior en la caída del desempleo en la actual salida de la crisis en España respecto a otras recuperaciones. En los cinco últimos años la tasa de paro cayó en 5,8 puntos porcentuales (aunque con la ayuda de la merma de activos). Entre 1985 y 1990 (tras la crisis de los primeros 80) se redujo en 4,58 puntos. Y entre 1993 y 1998, tras la recesión de 1992-1993, menguó en 5,91 puntos. Entonces hubo devaluaciones de la peseta en 1982 y en 1992.