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OPINIÓN

La palabra dada

Las acciones son, como las preferentes, instrumentos de capital que pueden absorber pérdidas. Es una inversión, y una inversión es un riesgo. Ahora bien, los bancos que heredaron el negocio de las antiguas cajas abrieron una ventana de canje para minorar las pérdidas de miles de clientes que confiaron en información errónea. A las entidades les interesaban estos ahorros para ganar puntos de solvencia; a Pescanova, para convertirse en la multinacional que es hoy.

Su presidente, Jacobo González-Robatto, pudo haber hecho lo mismo con los pequeños inversores estafados por la antigua cúpula y que mantuvieron en pie al grupo con dos ampliaciones de capital y dos emisiones de bonos entre 2009 y 2013. "Valoraré las pretensiones de los socios minoritarios que, junto a los acreedores, se vieron perjudicados por la crisis de la pesquera". Esta fue su palabra hacia los 9.000 ahorradores de Pescanova. La misma injusticia que se cebó con los usuarios de las cajas se ha ensañado también con los preferentistas de la multinacional. Robatto había dado su palabra, y disponía de instrumentos para cumplirla. Pero no lo hizo.

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