Casi cinco años después de aquella primera visita de directivos de Pemex a los astilleros de Vigo -como avanzó este periódico en exclusiva-, puede decirse que la relación entre la petrolera mexicana y el naval gallego está llena de contrastes. La alianza promovida por la Xunta entre las factorías de la comunidad y el gigante azteca de los hidrocarburos salvó en su momento la actividad en dos de los pulmones del sector, Hijos de J. Barreras, en el que acabó tomando una participación del 51% que todavía mantiene, y Navantia-Ferrol, pero generó a la vez un exceso de expectativas que no acabaron cumpliéndose. De hecho, de los 20 buques que Pemex barajó construir en Galicia (bien directamente o a través de armadores que prestan sus servicios a la petrolera) solo se ejecutaron dos: los floteles de Barreras y Navantia.

La visita este miércoles a Barreras del nuevo número uno de Pemex, José Antonio González Anaya, dejó bien claro que Pemex no piensa encargar ningún otro barco al astillero vigués, al menos mientras dure la grave crisis que afecta a la industria del petróleo por el derrumbe de los precios, lo que se tradujo en la cancelación de un segundo flotel para la factoría viguesa, como se anunció en septiembre del año pasado. Anaya también descartó cualquier inversión que no aporte rentabilidad a la compañía, dando así carpetazo definitivo al proyecto para establecer una base logística de hidrocarburos en Punta Langosteira (A Coruña) y a los planes para construir un astillero gemelo de Barreras en México, como adelantó FARO ayer. Pero los cambios de planes de Pemex son anteriores a la crisis del petróleo.

Petróleos Mexicanos, que en estos casi cinco años de relación con Galicia llegó a plantear la construcción de 20 buques en factorías gallegas, solo ha contratado dos: los floteles Reforma Pemex y Orgullo Petrolero, de Barreras y Navantia, respectivamente. Sí es cierto que en este tiempo la compañía ha sufrido dos cambios en la dirección general (ocuparon el puesto Juan José Suárez Coppel, Emilio Lozoya y ahora José Antonio González Anaya), la conformación de un nuevo Gobierno de la República (con la afectación que eso supone para una compañía de carácter estatal), una reforma energética y finalmente una crisis mundial de precios sin precedentes recientes (el barril ha pasado de los 100 dólares a 40).

Pemex arribó a Galicia con la idea de construir 14 remolcadores, siete en astilleros gallegos y otros tantos en factorías mexicanas con transferencia de tecnología, para lo que se llegó a establecer alianzas entre factorías de la comunidad e industrias navales aztecas. Pero finalmente no se construyó ninguno en las rías gallegas. Fueron los astilleros de la Secretaría de Marina (Semar) de México y algunas factorías privadas del país los que recibieron finalmente el encargo: 16 remolcadores (dos más de los previstos). Eso sí, en colaboración con la filial viguesa del grupo naval asturiano Armón, que aportó el diseño y los equipos. La petrolera también planteó la construcción en el naval gallego de dos buques quimiqueros de unos 150 metros de eslora, que no se llegaron a realizar.

Dentro del proceso de renovación de la flota menor de Pemex (22 buques entre los que había remolcadores, barcazas, buque tanques, etc.), solo Armón Vigo, con los 16 remolcadores que se construyeron en México, y Freire, que se adjudicó a finales de 2014 el diseño integral y el paquete completo de equipos y materiales para 3 buques abastecedores también en astilleros de Semar, pudieron aprovechar la oportunidad. El verdadero impulso al naval gallego llegaría con los floteles de Barreras y Navantia, adjudicados tras un largo proceso de licitación internacional, y que han asegurado la actividad en ambas factorías en los últimos dos años.

En Barreras, Pemex fue un paso más allá y en diciembre de 2013 se convirtió en el principal accionista de la factoría viguesa -el mayor astillero privado de España-, con el objetivo no solo de hacer el flotel que este sábado partirá hacia su primera campaña en Campeche (México), sino también otros buques relacionados directa o indirectamente con su actividad. En estos tres años como propietario, Pemex planteó la construcción de tres buque tanques de poco calado, tres buques excitadores de pozos petrolíferos (estas seis unidades, para su propia flota), un supply para las armadoras Diavaz-Oceanteam (que daría servicio a los campos de Pemex), un atunero para la compañía mexicana Procesa y un segundo flotel gemelo del Reforma Pemex, ninguno de los cuales ha visto la luz.