Vigo es potencia en innovación pesquera desde mediados del pasado siglo. Compañía de Pesca e Industrias del Bacalao (Copiba, fundada en 1944) fue la precursora de las que se convertirían en referentes más tarde: Grupo Pereira (1955), Pescapuerta (1956) o Pescanova (1960). La salazón en seco, primero, y el congelado a bordo, después, erigieron a la industria gallega en un referente europeo de la venta de productos pesqueros. Se sobrepuso el sector a la jurisdicción sobre las aguas a las 200 millas, la pérdida de caladeros (California, Boston) o la entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE) y, si computáramos solo sus exportaciones -sin las del resto de España-, en 1995 la gallega sería ya la vigésimo cuarta economía del mundo. Ahora ya es la duodécima.
La base de datos de la ONU (UN Comtrade) permite comprobar la evolución comercial a nivel global y coloca al conjunto de España como séptima exportadora del mundo en 1990 con algo más de 603 millones de dólares (569 millones de euros al cambio actual) y un top ten curioso encabezado por Canadá, que sería acusada formalmente de "esquilmar" sus caladeros en 1993 (por la entonces eurodiputada Emma Bonino y el Informe Cashin) mientras la flota española pasaba de 30 a 17 buques. Entre los cinco primeros figuraban también países como Tailandia e Islandia, a los que ahora Galicia supera holgadamente. Los primeros datos comparables de la industria gallega son de 1995, en plena guerra del fletán. Estaría, al cambio de divisas actual, en el puesto 24 con 439 millones de euros. España caía entonces al número trece por la irrupción de Estados Unidos, China, Vietnam o India. El gigante asiático llegaba para quedarse.
Más competencia
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La prevalencia de la industria gallega entre las veinte mayores exportadoras del mundo se produce en un contexto hostil, con un incremento de la capacidad pesquera asiática y el boom de la producción acuícola de salmón y langostino (finales de los 90) en Noruega, Canadá, Chile o el sudeste asiático. Sin posibilidad de nuevas cuotas (están estancadas en un millón de toneladas al año para los barcos de bandera española), el hecho de que Galicia haya podido permanecer entre las mejores se debe a la mejora y diversificación de la industria, la optimización del trading y el lanzamiento de productos elaborados y refrigerados.
A cierre de 2015, y con un récord exportador de más de 1.700 millones de euros (1.827 millones de dólares), Galicia supera a referentes en pesca extractiva como Argentina (1.434 millones), colosos del sector como Japón (1.345), Francia o un referente en la cría de langostino, Tailandia (1.737), penalizada en los últimos años por el virus EMS (early mortality syndrome o síndrome de mortalidad temprana). Un objetivo alcanzable es rebasar a Reino Unido y sus Malvinas (1.862 millones); otro más complicado sería cazar a Dinamarca (2.294 millones) o la potente productora acuícola ecuatoriana (2.553).
Claro que gran parte de las empresas gallegas están asentadas en terceros países y las ventas de sus filiales no computan como exportaciones propias de Galicia. Argentina, Namibia, Ecuador, India, Perú, Angola, Mozambique, Francia, Uruguay, Malvinas, Portugal, Grecia, Sudáfrica, Senegal, Vietnam o Nicaragua son algunos de los países donde están asentadas las subsidiarias de pesqueras como Pescanova, Pescapuerta, Iberconsa, Profand, Pereira, Fandicosta, Marfrío. Las pesqueras que nacieron a mediados del pasado siglo (Pescanova compró Copiba en 1964 por 45 millones de pesetas) siguen a la cabeza, con transformadoras también históricas como Calvo, Frinsa, Albo, Orbe o Cerqueira (Pay Pay).
