La cría en granjas acuícolas de peces no garantiza estabilidad en la producción. A medidados de los noventa la proliferación de diversos virus fue el parapeto para el éxito de la acuicultura de langostino en Asia, y desde 2012 el síndrome EMS afectó sobremanera a Thai Union o Charoen Pokphand (que incluso había barajado la compra del 50% del negocio del vannamei de Pescanova antes de estallar el concurso). El virus ISA (infectious salmon anemia) del salmón y una reciente plaga de algas en Chile penalizó asimismo los resultados de las noruegas Marine Harvest y Austevoll. Por eso hay países cuya posición en el ranking global fluctúa de forma aparentemente anormal como Tailandia (afectada) o Vietnam (que se beneficia de los problemas de vecinos, como Minh Phu Seafood, que elevó sus ventas un 41% en 2013).

Pero entre todos los países con peso en materia pesquera sobresale uno, China, que parece que maneja los vientos y mece los océanos. En 1995, primer ejercicio del que existen datos de exportaciones de este país en el registro de la ONU, China era la cuarta economía exportadora de productos pesqueros del mundo con algo más de 2.000 millones de dólares (los mismos que España en 2005). Este mismo año pasaba al segundo puesto, tras Noruega (con una diferencia de apenas 300 millones) y en 2010 ya aparece como líder. No volvió a soltar la medalla de oro desde entonces y no parece que vuelva a hacerlo. Incluso ha lanzado un proyecto para la cría de salmón, que necesita de aguas muy frías, con un sistema modular de jaulas a gran profundidad. Sus ventas al exterior de pescado superan los 13.325 millones de dólares, como Noruega (con un 30% menos) y Estados Unidos juntas. Japón, donde tiene la sede la mayor empresa de venta de pescado del mundo, está en un discreto 19 puesto del ranking mundial. Solo la nipona Maruha Nichiro factura al año 7.530 millones de euros.