La sangría de Banco Popular en Bolsa no cesa. Los títulos de la entidad sufrieron ayer otro correctivo del 3,81% y empujaron su valor por debajo del euro, hasta los 93 céntimos. El plan de contingencia aprobado por el grupo, con una ampliación de capital de 2.500 millones y el fichaje de un nuevo consejero delegado (Pedro Larena), no ha servido para calmar los ánimos entre los inversores. La capitalización bursátil del banco (su valor en Bolsa) cerraba ayer en los 3.924 millones de euros, un 55% menos que la que atesoraba a cierre de 2014 (8.739 millones) y otro 40% por debajo de la que tenía al arranque del ejercicio en curso (6.588). Esto es, en lo que va de año el valor bursátil del Popular ha caído por encima de lo equivalente de la última ampliación de capital, de esos 2.500 millones de euros.

La cotización de los títulos, ligeramente por encima de los 90 céntimos, solo es comparable con el valor que tenían a principios de los años 90. La opinión de los analistas no es unánime, y en el panel de expertos hay quien recomienda comprar y quien cree que el valor todavía puede bajar hasta los 85 céntimos la acción. El problema para los accionistas es que, desde la ampliación de capital en junio, las pérdidas que acarrean superan el 25%. Entonces acudieron a 1,25 euros, para el caso de los ya accionistas del banco. Los nuevos compradores tuvieron que abonar derechos de suscripción, lo que aumenta hasta por encima del 30% sus pérdidas.

El planteamiento de Pedro Larena pasa por un ambicioso y profundo proceso para desprenderse de los activos improductivos, básicamente de ladrillo, herencia -creen en el sector- del Plan Suma impulsado por Ángel Ron. Lanzado en 2004, el proyecto ambicionaba un crecimiento del 50% en activos, 150 nuevas oficinas y beneficio de 1.000 millones para 2006. Para los sindicatos supuso la entrada "tarde y mal" del banco en la vorágine que desencadenó el boom inmobiliario. El Popular tiene abierto ahora un ERE extintivo para más de 2.800 personas, el 15% en Galicia.