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Los efectos de una climatología extrema

El invierno más lluvioso y el verano caribeño menguan un 30% la cosecha del campo gallego

Inundaciones y sequía menguan un 30% los cultivos. Pérdidas de 100 millones en el maíz

Para dirigirse a los dioses siempre hubo que alzar la vista. Del cielo llegaban las lluvias o la ausencia de éstas, el sol, las tormentas y las nubes. Cuando el hombre aprendió a cultivar, en el neolítico, debió nacer la simbiosis entre la cotidianidad y los fenómenos meteorológicos, con adoración por unos y el temor por otros muchos. Y, entregados o no al signo de lo divino, el mismo hombre no ha podido evitar, 9.000 años después, depender del capricho del cielo para labrar las tierras. Para aplacar a los agnósticos, digamos que el 2016 ha sido un año de mala suerte para el campo gallego. La lluvia pertinaz del invierno y un verano tropical de temperaturas récord han eliminado de media un 30% los cultivos de maíz, trigo o patata, aunque en algunas zonas la destrucción alcanza el 70%. Durante los 90 días del invierno la lluvia apareció con fuerza en 77, con una prevalencia de precipitaciones desconocida en los últimos veinte años. Y este verano ha sido, según Meteogalicia, el más seco del último siglo.

La secretaria xeral del Sindicato Labrego Galego (SLG), Isabel Vilalba, constata que la destrucción de este año se ha agravado con la coincidencia de un invierno excepcionalmente lluvioso y la falta de lluvias, razón por la que hay pérdidas tanto en los cultivos tempranos como en los de temporada. En A Limia, por ejemplo, se ha perdido más de un 70% de la producción de patata de cedo por las inundaciones, y se retrasó el cultivo algo más de un mes. "Algunos productores tuvieron que esperar a julio, y eso hará que la recogida se retrase también a octubre o noviembre", apuntan los técnicos del Consello Regulador de la Indicación Xeográfica Pataca de Galicia. "Calculamos unas pérdidas de entre el 30 o el 35% de momento", aunque en A Limia siguen mirando al cielo. "Si viene un otoño lluvioso, más pérdidas".

Por encima de los 25 grados de temperatura los pastos entran en una especie de estado vegetativo, tanto los de regadío como los de secano, y el calor de este verano ha impedido que la patata se desarrolle con normalidad. "Van a ser tubérculos pequeños". Para que sean "comercialmente aceptados" por las distribuidoras de alimentación deberán medir entre 40 y 81 milímetros. Todo lo que no alcance este rango no irá a los supermercados. "Y esperemos -zanjan desde Pataca de Galicia- que no vuelvan a pagar como hace dos años, a cinco céntimos el kilo". Calculen una producción de 35.000 kilos por hectárea en regadío, donde las pérdidas han sido del 15%. En dinero son 2,6 millones menos (a 0,05 euros el kilo). En total, y para toda la producción, las pérdidas podrían superar los 10,5 millones.

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Sin alimento

Pero los problemas más severos están en el maíz, tanto por la producción de grano para consumo humano como por el forraje para el ganado. "Resulta muy espectacular, pero calculamos que las pérdidas totales son de más de 100 millones de euros", lamenta Vilalba. "Hay zonas con pequeña afectación y otras con pérdidas de entre el 25 y el 40%", añade, si bien hay productores que solo podrán recolectar un tercio de toda la cosecha. "No solo son las pérdidas que vienen cuando llega el producto al mercado, es todo lo que hemos trabajado y lo que tenemos que gastar ahora", dice un productor de Lalín. Ni siquiera la veza, que el sector ha tenido que usar para diversificar bajo mandato de la PAC comunitaria, se ha salvado. "En Xallas está todo seco".

Las consecuencias son más que evidentes. Entre enero y junio la importación de pienso se ha disparado un 74%, hasta las 287.000 toneladas y los 72 millones de euros. Lo máximo que se había gastado el campo en este producto y en el primer semestre fueron los 63,2 millones de 2011. "Hay que sustituir el grano y el forraje". El coste productivo por hectárea es de 1.500 euros en Galicia. Ya se han perdido 40.000 hectáreas, de ahí el impacto de 60 millones de euros solo en gastos de producción.

La patata de Francia irrumpe en los "súper" y hunde los precios

  • En todo 2015 Galicia importó algo más de 17.600 toneladas de patata de Francia, al mismo nivel que el ejercicio anterior, según los datos de la Secretaría de Estado de Comercio. Solo hasta junio de 2016 las compras superaban ya las 16.180 toneladas, generando una sobreoferta que empuja a la baja los precios. Si al productor se le pagan cinco céntimos el kilo (fue el precio de hace dos años), que entre patata foránea en el súper a 60 céntimos es una estocada. "El precio que se nos paga no compensa la baja rentabilidad que obtenemos", expone un productor, que lamenta además la imposibilidad de luchar contra esta competencia. Según el portal del Ministerio, a día de hoy la patata en la media de España se está pagando en origen a menos de cuatro céntimos el kilo.

El vino de las Rías Baixas se salva; el mencía, no

  • Habrá menos vino este año en las bodegas de la Denominación de Origen Rías Baixas, como constatan los productores, pero no han sufrido los estragos de otros productos. "Ha sido un año raro, pero las cosas no están mal del todo". Las lluvias de los pasados días han ayudado a la uva a crecer, y si continúa el sol podrá madurar. No han tenido la misma suerte en la subzona de Amandi, de la Ribeira Sacra, donde el granizo de mediados de agosto destrozó 400.000 kilos de uva. Los daños fueron más severos en las zonas de Doade (Sober) y Marcelle (Monforte), según el sindicato Asaja. El precio por kilo de la uva en la Ribeira Sacra oscila entre los 0,90 y los 1,30 euros, dependiendo de la calidad del producto, con lo que las pérdidas podrían ascender a 520.000 euros, sin contar con el gasto adicional de las bodegas en podas o sulfatos. La Xunta ha activado una línea de ayudas de 600.000 euros para paliar los efectos de la granizada, y cada productor podrá percibir un máximo de 15.000 para aquellos viticultores sin póliza de seguros.

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