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Exasesor del Gobierno alemán y catedrático de Economía

Juergen B. Donges: "No conozco a ningún alemán que considere vagos a los europeos de los países del Sur"

"El trabajo fijo no se sostiene; hay que acostumbrarse a la temporalidad"

Juergen B. Donges. // J.L.S.

En pleno nacimiento del euro, a Juergen B. Donges, catedrático de Política Económica en la Universidad de Colonia, le tocó la papeleta de tener que transmitirle al por aquel entonces canciller alemán, Helmut Kohl, la opinión mayoritaria de sus colegas sobre aquella incipiente moneda común. La veían innecesaria. Pero tozudo, Kohl tiró para adelante. Donges era en esos años presidente del Consejo de Expertos Económicos. Ahora, el economista ya no duda de que la moneda única fue beneficiosa, aunque critica lo laxa que está siendo Bruselas al aplicar la disciplina fiscal.

-¿Qué le parece que Bruselas haya decidido no sancionar a España por el déficit?

-Me preocupa. La Comisión Europea debería haber actuado en función al Pacto Europeo de Estabilidad Fiscal de 2012, donde hay unas normas clarísimas para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas de cada país miembro. El Gobierno español no ha cumplido ningún año los objetivos fiscales establecidos. Siempre se dice que España ha hecho importantes esfuerzos en materia fiscal, pero aquí hay que diferenciar entre los que ha hecho el Gobierno central, que son enormes, y los de las comunidades, que han sido casi nulos. Lo que no ha sabido hacer el Gobierno es aplicar su propia ley de estabilidad presupuestaria, en la que están previstos una serie de mecanismos contra las comunidades intransigentes. ¿Qué credibilidad tienen los nuevos objetivos de déficit si no hay indicios de se vaya a ser contundente a la hora de imponer disciplina fiscal? España va a ser un país de problemas continuos.

-¿Puede ocurrir que el resto de países deje de cumplir?

-Puede pasar, lo que ya pasó con el anterior pacto de estabilidad cuando en 2003 Francia y Alemania no se dejaron sancionar. El por aquel entonces comisario de Asuntos Económicos, Pedro Solbes, claudicó ante el canciller alemán Gerhard Schröder, y el presidente francés Jacques Chirac, y se estableció un precedente en el que los socios dejaron de tomarse esto en serio. Por entonces, Schröder llegó a decir en el Parlamento alemán: "A mi un burócrata de Bruselas no me dice lo que tengo que hacer".

-El acuerdo para eludir la multa lo instó el ministro de finanzas alemán, Schäuble.

-Eso me preocupa todavía más. Pero le viene de atrás, porque fue el propio Schäuble el que en mayo de 2010, cuando estalló la crisis de deuda soberana en Grecia, abrió la puerta para vulnerar el artículo 104 del tratado de Maastrich que prohíbe el rescate a otros países. Ahí empezaron los incumplimientos, y llegaron los demás rescates: Irlanda, Portugal y la banca española.

-Usted es partidario de recortar las prestaciones de paro.

-El problema es que si se prolongan durante mucho tiempo y son muy generosas, desincentivan la búsqueda de trabajo. Hay gente que no se esfuerza mucho en buscar, que no quiere cambiar de residencia o de profesión, ni desplazarse. El modelo que defiendo es que las ayudas se den de una manera decreciente, para incentivar esa búsqueda. Si eso no funciona, en Alemania hay otros instrumentos como el salario social o el pago de alquileres. No hay que recortar a lo bestia.

-En España había quien quería adoptar los minijobs alemanes como solución para paliar el elevado paro del país.

-Desde el año 2007 ese tipo de contratación está bajando, porque muchos trabajos se han transformado en empleos estables. No quiere decir que sean indefinidos, porque ese modelo de trabajo fijo no es sostenible en el futuro, es algo anacrónico.

-¿Entonces?

-Debemos acostumbrarnos a contratos temporales, que también pueden ser de calidad. Todos los dirigentes de las empresas tienen contratos temporales. Incluso ahora también en mi universidad, en Colonia. En vez de demonizar los contratos temporales hay que pensar en cómo hacerlos atractivos.

-Se afirma que los europeos del Norte de Europa consideran a los del Sur unos vagos...

-No conozco a nadie en Alemania que diga que los del Sur son unos vagos. A España siempre se le ha considerado un país hermano y ha tenido una buena imagen. Los ajustes fiscales y reformas estructurales que se han hecho aquí se han valorado muy positivamente.

-Aquí se dijo que esos ajustes eran impuestos por Merkel.

-Nos desconcertó esa germanofobia que, de repente, apareció en los medios españoles. Ya quisiéramos los alemanes que la señora Merkel como cancillera fuera tan dura y contundente en Alemania como ustedes piensan que es. Su carácter es moderado, no de dar puñetazos en la mesa. Los alemanes la llaman incluso la mutter, la mamá.

-La comisión de expertos que lideró fue contraria al euro, ¿por qué?

-Cuando empezaron las discusiones sobre crear la unión monetaria, la mayoría de economistas alemanes dijimos que no iba a funcionar y que no hacía falta. Pero Kohl pensaba que el euro sería el trampolín hacia la unión política de Europa y el fin definitivo de las guerras. También teníamos dudas de que los países integrantes asumirían las reglas establecidas y, lamentablemente, el tiempo nos ha dado la razón. Lo que no pensábamos era que el primer país que no iba a cumplir con los objetivos establecidos para el déficit íbamos a ser nosotros.

-Merkel apostó muy fuerte por integrar a los refugiados.

-Sí, y eso se ha convertido en un problema social. Son dos millones de refugiados los que acogemos. Cuando empezó esta ola de inmigración Merkel creó esta cultura de la bienvenida, pero nadie pensó en que esto podría acarrear problemas. En toda sociedad europea hay unos límites para las personas de aceptar lo ajeno, lo que no conocen. Merkel ha subestimado que esto podría pasar y ya hay problemas a la hora de aprovisionar a estas personas con viviendas sociales, ya que se les pasa por delante de muchas parejas alemanas. Esto, unido a que ha habido altercados, como los acosos sexuales de Nochevieja en Colonia, ha hecho cambiar de opinión a la población. Antes el 70% estaba a favor de integrarlos, ahora menos del 50%.

-¿Qué hacer?

-Debe haber una política común de inmigración y distinguir entre tres grupos. El de aquellas personas con derecho de asilo. El de los que huyen de guerras, que según la ONU no tienen derecho a ser acogidos aunque suene duro. Podemos darles una acogida temporal hasta que se pacifique la situación de su país. Y el tercer grupo, que es el que nos ha afectado mucho en Alemania, formado por quienes se mueven por razones económicas, por gente que venía de los países balcánicos, de Serbia o Croacia. A esos se les tendría que haber dicho desde un principio que no.

-¿Y los refugiados?

-Habría que exigir a los inmigrantes un billete de entrada. Se tendrían que gastar el dinero que pagan a las mafias que los transportan por el Mediterráneo en un billete de avión de ida y vuelta a Alemania. Una vez allí, estudiamos cómo los integramos y, durante ese tiempo, observamos si la situación de su país se normaliza para que cuando lo haga, puedan volver.

-En alguna conferencia se ha mostrado muy crítico con Podemos...

-Cualquier llegada de movimientos populistas al poder sería un desastre. En Podemos son comunistas, sobre todo Pablo Iglesias. No les deseo a los españoles que tengan un gobierno de esta gente. Pero lo mismo pasa con Le Pen en Francia o con el AfD en Alemania. Si esos partidos llegaran al poder podría pasar de todo, cerrarían fronteras y se meterían en derechos fundamentales de las personas. Son incontrolables.

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