Antonio Dieter Moure Areán asumió hace cinco meses la presidencia de una patronal gallega partida en dos, sosias de un reino de taifas que amenaza ahora con minarla desde dentro con un concurso de acreedores. Acostumbrado a un perfil bajo con los medios, el ourensano explotó ayer con la carta de su predecesor, José Manuel Fernández Alvariño, publicada en FARO. En ella aboga por la destitución del líder de la CEG para que las patronales provinciales cojan las riendas. "Que alguien que llevó a la Confederación de Empresarios a esta situación dé lecciones, cuando menos es poco prudente", dispara Dieter a preguntas de este periódico. "Cuando Dios repartió la soberbia, Alvariño estaba él solo en esa habitación". Está convencido de que el plan de viabilidad, con el que la confederación debe esquivar la quiebra el martes -se celebre una junta general-, es viable.

Está de acuerdo con el empresario vigués, expresidente de la CEG y la patronal provincial CEP, en que no se deberían haber aireado los problemas de la asociación por la mala imagen que se ha transmitido a la sociedad y el empresariado. Pero es en lo único en lo que coinciden. En lo demás media abismo y medio. "Dice que aquí quien toma las decisiones no son empresarios, e igual lo dice por el de Lugo [Jaime López], que es secretario general. Digo yo". Dieter Moure es consciente de que no está clara la aprobación a su plan de viabilidad, que incluye ocho despidos, rebaja de sueldos y una póliza de crédito para abonar los 357.407,69 euros que se adeudan a las ocho plataformas Pexga, el único programa propio que le queda a la CEG y cuya continuidad está en riesgo también.

Despidos

"Ese plan hace viable la CEG, y créame que lo que más me duele son los trabajadores", dice, "excelentes profesionales que son los que están pagando" una situación heredada. "Los que llevaron a la Confederación hasta aquí se pueden ir de rositas, porque yo no puse el sueldo del secretario general [percibe más de 100.000 euros anuales] ni de nadie. A esta situación se llega por la gestión anterior, eso lo tengo muy claro". Y Dieter no apunta a Antonio Fontenla, que dejó la presidencia en 2013 y en cuyo mandato se incumplió parcialmente el convenio Pexga con la Xunta. Solo señala a Fernández Alvariño.

"El presidente de A Coruña [por Antonio Fontenla] pidió hace dos años que se tomaran medidas y [Alvariño] no lo hizo, y nos lleva a este desastre". Las valoraciones del vigués, más que sorprender a Dieter -"¿Qué me va a parecer? En su línea-, le molestan. Ante una eventual declaración de concurso, está convencido de que su hasta ahora efímera gestión no tiene ninguna tacha. "Pedimos financiación e hicimos un plan de viabilidad. Los que quieren el concurso serán los que tendrán que dar cuentas".

E insiste en Alvariño. "Él condonó las cuotas a las confederaciones provinciales, que han estado dos años sin pagarlas, y proyectos que tenía la CEG los traspasó" a estas mismas confederaciones, lo que "mermó los recursos" de la patronal gallega. "Si a mí se me puede acusar de algo -continúa- es de austeridad". Explica que utiliza su propio coche y que ha dejado de gastar 50.000 euros en cinco meses al prescindir de "cosas raras", gabinete de prensa -"no podemos pagarlo" y coche oficial. "Puede ser muy cómodo, pero el chófer me parece una arrogancia y una chulería. Tenemos que dar una imagen de prudencia".

¿Y si la junta del martes no aprueba el plan de viabilidad? "Si un técnico dice que es bueno y válido y algunos empresarios que no, dice muy poco de esos empresarios". Pero si tiene que abandonar la CEG -no dice en qué supuesto-, no tiene dudas. "Quien me conoce sabe que no tengo ningún apego por los cargos. No voy a ser ningún obstáculo porque nunca perjudicaré a la CEG, no voy a hacer esas declaraciones si me voy". Sabe y repite que la anterior junta aprobó las cuentas de 2014 y 2015 con más abstenciones que apoyos para "salvar" la patronal de la quiebra. "De lo contrario no se aprobaban". "Si no sacamos esto adelante, que espero que sí, que vengan otros y lo hagan".