Bruselas aumentó ayer su presión sobre Google al acusar formalmente al gigante estadounidense de estar aprovechando su posición dominante de sus servicios de búsqueda y del popular sistema operativo para móviles y tabletas Android a fin de impedir el desarrollo de sus competidores.

"Hemos hallado que Google persigue una estrategia global sobre dispositivos móviles para proteger y expandir su posición dominante en las búsquedas de internet", afirmó en una rueda de prensa la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager.

La noticia ha llegado tras un año de investigaciones de la Comisión Europea (CE) y coincidiendo con el primer aniversario de la apertura de otro caso contra Google por prácticas supuestamente monopolísticas en relación con los resultados de su buscador.

Según los primeros indicios, Google impone "restricciones injustificadas y condiciones a los fabricantes de los móviles que usan Android y en los operadores de red móvil", afirmó Vestager.

Esto no es baladí, dado que en torno al 80 % de los dispositivos móviles en Europa -y el mundo entero- funcionan con Android, en palabras de Vestager.

Esta proporción aumenta en la franja de móviles y tabletas de bajo precio, de modo que la Comisión teme que Google tenga campo abierto para barrer las posibilidades de otros competidores de hacerse ver y desarrollarse.

"En Europa puedes ser grande, puedes crecer y puedes ser dominante, pero lo que no puedes hacer es usar mal o abusar de esta posición dominante para estar ahí y cerrar competencia. Y eso es lo que está en juego aquí", recalcó Vestager.

Puede llevar meses o incluso años finalizar el proceso de intercambio de pruebas, consultas y argumentos entre Google, la Comisión y otras partes interesadas, ya que la CE no tiene un límite temporal para pronunciarse, pero lo cierto es que de no lograr convencer a Bruselas, el gigante podría afrontar una multa de un valor máximo equivalente al 10 % de su cifra de negocio anual.

Tomando como referencia los datos de 2015 de la compañía matriz, Alphabet, la penalización podría llegar a sumar 6.600 millones de euros.

Tres son las cuestiones que preocupan a la Comisión Europea y de las que Google se tendrá que defender. La primera es que su buscador Google Search y su navegador Chrome están instalados de antemano en la mayoría de los dispositivos que se venden en Europa y, según la CE, los fabricantes y operadores no tienen libertad real de elección. Esto, además, llevaría a que de facto la mayor parte de los consumidores usen por defecto estos servicios y no miren otras alternativas.

Google afirmó en una declaración que cualquiera de sus socios puede usar Android sin las aplicaciones desarrolladas por Google.

En segundo lugar, la Comisión cree que Google no ha justificado las limitaciones que impone a los fabricantes y operadores de no comerciar móviles con versiones alteradas de Android.

El precedente más inmediato de este nuevo caso son las disputas que Bruselas ha mantenido en la última década con Microsoft.