En Nueva Pescanova no entienden "de qué cabeza" salió la idea de construir una piscifactoría con capacidad para producir 7.000 toneladas anuales de rodaballo cuando el mercado solo es capaz de absorber unas 15.000: 10.000 de procedencia salvaje y 5.000 de acuicultura. La cabeza pertenecía a Manuel Fernández de Sousa; la macroplanta, que se sembró en la playa portuguesa de Mira el 21 de junio de 2009, es ahora de los bancos Caixa Geral, BCP, Novo Banco (antiguo Espirito Santo) y BPI. Ahora los máximos accionistas de la multinacional gallega analizan la posibilidad de repescar la infraestructura, pero ponen dos condicionantes previos. En primer lugar, las entidades acreedoras deben aceptar una quita de, como mínimo, el 70%; en segunda instancia, el negocio debe ser rentable para el grupo, para lo que deberá buscar mercados donde vender este producto. Los actuales están ya saturados.
"Claro que sí podemos recuperar el activo, pero solo cuando esté saneado", puntualizan fuentes de la pesquera. Con un pasivo de 100 millones de euros sin ninguna garantía adicional -se trata de un project finance, cuya hipoteca se realiza solo con la propia piscifactoría como aval de pago-, a los bancos lusos se pide "como poco lo que nosotros perdimos aquí, entre matriz y filiales". Nueva Pescanova no tiene prisa porque, como avanzó Jacobo González-Robatto en una entrevista a FARO, tiene intención de seguir enviando alevines de rodaballo a Mira. "Por ahora eso no va a cambiar, aunque tarde o temprano habrá que buscar una solución" ya que Acuinova Actividades Piscícolas -propietaria de la planta- "paga las crías de aquella manera".
En caso de que en Portugal se acepte una quita -previo concurso, con lo que no será una operación a corto plazo- y se sanee Acuinova, será competencia del futuro consejero delegado de Nueva Pescanova, Ignacio González, el buscar nuevos mercados para esta especie e incrementar su demanda aportando al producto valor añadido. "Ahora mismo no hay mercado y no es rentable", apuntan en la empresa. De cada cien toneladas que produce Pescanova en Xove y Mira (aunque la planta no sea suya sí comercializa el rodaballo, que se procesa en la filial Pescafresca), casi 40 se venden en España, 30 en Italia y unas 16 en Francia. Además la producción consume mucho capital circulante, es muy cara y no genera retorno: un ejemplar criado en granja tarda dos años y medio en alcanzar el tamaño óptimo. Cada kilo le cuesta a Pescanova entre seis y siete euros, y con suerte se venden a ocho euros.
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En el catálogo de la empresa solo se ofrece rodaballo sin elaborar (entero o troceado, pero solo congelado), con lo que desde que sale de la piscifactoría hasta que se presenta al consumidor no se le aporta valor. Ignacio Nacho González -así firma en las redes sociales- está especializado precisamente en reforzar el valor añadido de los productos, y Nueva Pescanova quiere vender más pescado elaborado, no solo presentar en los lineales de los supermercados bolsas con pescado troceado o entero al natural. En el caso del langostino vannamei, que también se vende principalmente listo para cocer pero sin elaborar, el gasto en circulante de sus granjas es muy inferior ya que tarda menos en crecer.
"Con un mercado que solo absorbe hasta 5.000 toneladas de rodaballo de acuicultura, ¿a quién se le ocurre inundarlo con una factoría que produce 7.000?", repiten desde el holding pesquero. La especia tiene buena acogida en los lineales de Mercadona, cliente estrella de la compañía de Chapela, pero la esponja está demasiado empapada. "Tal y como está incluso nos vendría mejor el cierre", pero una piscifactoría de esas dimensiones parada es un peso muerto imposible de volver a levantar, máxime con los problemas que tienen sus emisarios con atascos constantes en la captación de agua.
