Un nuevo descalabro de las Bolsas de China, que obligó al regulador a aplicar por vez primera una nueva norma que entró en vigor el viernes y que impone la suspensión de las cotizaciones y cerrar el mercado cuando las cotizaciones se hundan más del 7%, contagió el nerviosismo y el miedo a los principales parqués de Asia, Europa y América.

El índice selectivo español Ibex 35 retrocedió el 2,42% (la mayor caída en dos semanas) y cerró en 9.313,20 puntos, en niveles de septiembre. Esta vez la plaza española no fue la más afectada de las grandes plazas europeas, dada la baja exposición directa de la economía española a la china. El mayor castigo en Europa lo sufrió Franckfort, con una merma del 4,45%, por ser Alemania una gran exportadora a la potencia asiática. París cedió el 2,99% y Londres, el 2,54%.

Para España el contagio de una eventual crisis en China es sobre todo indirecto: a través de su impacto en las exportaciones de Alemania y otros países grandes clientes de España; de Latinoamérica, un área que es gran proveedora del mercado chino y con la que España tiene una elevada exposición; por la depreciación de las materias primas si China se tambalea, lo que golpea a importante grupos del Ibex, y por la inestabilidad general, más dañosa para países con desequilibrios.

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El miedo se contagió a Hispanoamérica y a Wall Street (el Dow Jones perdía más de un 2,3% pasadas las 20.30 horas de ayer). El desplome de las bolsas chinas por encima del umbral permitido del 7% forzó el cierre de los mercados de Shanghái y Shenzhen antes de haber concluido la sesión. Una de las causas del descalabro fue el conocimiento de datos manufactureros de diciembre peores de lo que se esperaban, lo que volvió a arrojar sombras de duda sobre la desaceleración del país. La salida de inversores se retroalimentó porque mañana finaliza la vigencia de la norma impuesta por las autoridades el pasado verano para frenar el desplome de las bolsas y con la que se prohibió que los titulares de participaciones superiores al 5% en una compañía pudieran deshacer posiciones.

El levantamiento de esta cortapisa presupone una salida de dinero de las bolsas por una oferta de papel retenida y por el miedo a que la corrección de la burbuja bursátil China no haya concluido. Muchos inversores quisieron anticiparse ayer a ese escenario. Como además se ha liberalizado la colocación de acciones en el parqué, el miedo al efecto vendedor se acrecentó. Y más cuando la subida del dólar y de tipos en EE UU, y la consiguiente depreciación del yuan, hace temer la salida de capitales de China hacia el área dólar.