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El consejero delegado que no quiso serlo

Senén Touza es desde 2008 socio de Due Diligence en el departamento de Financial Advisory de Deloitte, como consta en la página web de la compañía auditora. Llegó a Pescanova con 41 años. "Su relación con el mar ha sido por afición y por la vinculación que ya tenía en la familia", contaba su padre a este periódico cuando se incorporó a la multinacional pesquera. Antes de hacer la mili me dijo que o embarcaba en el Elcano o objetaba, lo tenía muy claro". Y allí embarcó mientras la consultora Arthur Andersen esperaba por él. Cosas del destino o la casualidad, le tocó bailar igual no tanto con la más fea, pero sí con la más grande. Su valía, su conocimiento del sector y su trabajo en la compañía enseguida llamó la atención de los bancos. "Nosotros lo queremos de CEO".

Pero Touza no quiso, o así lo aseguran desde las entidades financieras. "También aseguraban que iban a tener un socio industrial como Fandicosta o Iberconsa y no sé cuántas cosas más", recuerda un trabajador de la compañía, que cree que las entidades estaban "muy perdidas" y necesitaban buscar un gestor ya experimentado para manejar al gigante. Como recuerda un consejero, "en Pescanova no se pone el sol. Arreglas un problema en el Índico, te enteras de otro en España y te acuestas con más en Sudamérica". Según explicaron desde Deloitte, Touza vuelve a Madrid, lejos del Morrazo y de su equipo preferido: el Celta de Vigo.

"Es un chico normal, un loco del Celta, un chaval al que nunca se le han subido los humos. Pero algo bueno debe ser, ¿verdad? Si le han encargado un tema tan complicado", reía su padre, muy conocido en Cangas, donde vivió hasta 2005.

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