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El recibo del móvil toca fondo

Las teleoperadoras empiezan a subir precios a la vez que se acelera el proceso de concentración empresarial en España

El recibo del móvil toca fondo

El recibo de la telefonía móvil ha bajado en España más del 60% desde 2009, según un índice de precios que elabora la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Otro de sus datos recientes indica que, en ese mismo tiempo, el ingreso medio por minuto de las operadoras en líneas de prepago se derrumbó el 54%. La combinación de la crisis y la competencia en el negocio de las telecomunicaciones, feroz a partir de la entrada en escena de los operadores móviles virtuales, ha propiciado un resultado de doble filo: un ahorro para los usuarios -que ha contribuido a sostener el uso del móvil- y un menoscabo en la facturación de las principales compañías, que también han visto mutilada otra parte del negocio con el fenómeno "Whatsapp" y el hundimiento del tráfico de mensajes cortos.

Pero en el sector se da por hecho que el tiempo de la deflación telefónica toca a su fin. Movistar y Vodafone han anunciado ya algunas subidas de precios (dulcificadas con aumentos en la oferta de datos), que coinciden cuando el sector español y el europeo en su conjunto están en proceso de consolidación. Se camina hacia un modelo con menos jugadores y de mayor dimensión que, auspiciado por los gobiernos, también tiene anverso y reverso: por una cara fortalecerá a las compañías de la UE, aligerando la amenaza de que sean engullidas por gigantes estadounidenses o asiáticos y dándoles musculatura para invertir en nuevas redes y tecnologías y para dar servicios de mayor calidad; pero al mismo tiempo, la consolidación empresarial reducirá el número de competidores y presionará al alza los precios que abonan hogares y empresas por la telefonía fija y móvil, internet de banda ancha, TV de pago...

Es el contexto en el que se ha conocido el que puede ser el próximo, que no el último, movimiento de consolidación en el sector español de las telecomunicaciones: el propósito del grupo vasco Euskaltel de salir a Bolsa el próximo junio para liderar a continuación un proyecto de integración de la gallega R y la asturiana Telecable. De consumarse tal operación, la corporación resultante tendría cerca de 900.000 clientes, una facturación anual superior a los 700 millones de euros y una red de fibra óptica que ahora da a las tres compañías posiciones de dominio en sus regiones en segmentos como la banca ancha y la TV de pago.

Las tres cableras tiene otro rasgo común: una presencia notable de fondos de capital riesgo en sus accionariados y que es hegemónica en los casos de R (con un 70% en manos de CVC) y Telecable (participada al 85% por el fondo Carlyle). Junto a Trilantic e Investindustrial, titulares del 48% de Euskaltel, son sociedades que entraron con vocación de desinvertir con altas plusvalías pasados unos años. Una hipotética fusión liderada por Euskaltel puede ser el momento para hacer caja, máxime en el referido contexto general de consolidación y con las empresas del sector cotizándose a precios altos.

Algunos de los analistas más pegados al negocio de las telecomunicaciones conjeturan que a la concentración de las cableras del Norte podría seguir otro movimiento: la compra del conjunto por el gigante británico Vodafone, que acaba de adquirir Ono, cuya red llega a todas las comunidades autónomas salvo a Galicia, Asturias y País Vasco. La integración tiene por tanto una lógica aparente, si bien, con independencia de la disposición de Vodafone a hacer un nuevo esfuerzo financiero (la compra de Ono ha supuesto 7.200 millones de euros), hay otros interrorantes de orden político. Euskaltel cotizará en Bolsa con el doble propósito de dar salida a los fondos partícipes y de liderar la integración de R y Telecable, y tal estrategia tiene como soporte a Kutxabank, accionista principal (49,8%), que acaba de estrenar como presidente a Gregorio Villalabeitia, tras la salida de Mario Fernández por sus divergencias con el PNV a propósito de la entrada de capital privado en el banco resultante de las cajas vascas. Para los políticos nacionalistas, Euskaltel forma parte de las sociedades estratégicas de su "proyecto nacional" y se puede intuir que raramente apoyaría una fusión con Telecable y R en la que el control no fuera vasco o una venta posterior del grupo resultante a una operadora multinacional sin contrapartidas extraordinarias.

El Gobierno español sí apuesta con claridad por una concentración de alta intensidad. El ministro de Industria, José Manuel Soria, defiende un mercado nacional con tres operadoras, en línea con los vientos que soplan en el resto de Europa. En Alemania e Irlanda se han cerrado ya movimientos análogos a los registrados en España (compra de Ono por Vodafone y de Jazztel por la francesa Orange), y la Comisión Europea ha anunciado impulsos al "mercado único digital", para homogeneizar las regulaciones nacionales y allanar la consolidación. Se trata de que las empresas europeas ganen tamaño defensivamente para paliar el riesgo de opas formuladas por colosos ajenos a la UE y de evitar que el negocio de los servicios de telecomunicación, estratégico para el progreso de los países y para sus recaudaciones tributarias, acabe en manos foráneas como ocurrió con la fabricación de equipos y tantas industrias más.

Queda por ver cuánto subirá el recibo.

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