El megavelero que estaba llamado a despejar el futuro de Factoría Naval dejará las gradas del desaparecido astillero (ahora en manos en Nodosa) cuando se cumplen tres años de la paralización de los trabajos. Los nuevos propietarios de la quebrada empresa han fijado para mañana lunes la botadura del casco de esta singular embarcación encargada en 2008 y tan ligada al ocaso de la histórico constructor de barcos marinense.

Este buque, que será el mayor velero del mundo con casco de acero cuando esté terminado con 137 metros de eslora y 17,2 de manga, ha sido objeto de diversos trabajos de preparación durante estos últimos meses para asegurar su navegabilidad y hacer posible su traslado. Pero en realidad los trabajos propios de la construcción llevan desde 2012 sin apenas avances.

La embarcación fue contratada a Factoría Naval por la alemana Hansa Treuhand Holding AG para destinarla a crucero de lujo. Una operación que ascendía en un principio a 65 millones de euros pero que debido a los sobrecostes se acabó situando en el entorno de los 100 millones. A partir de ahí se produjo la cancelación del contrato por parte de la compañía germana, con lo que la propietaria del buque pasó a ser la entidad financiera que avalaba la construcción: entonces Bancaja y hoy Bankia.

Son las negociaciones que está desarrollando esta entidad bancaria con distintos armadores entre los que incluso se encontraría la propia empresa que encargó el proyecto las que han derivado en la decisión de retirar el barco de las instalaciones ahora pertenecientes a Nodosa. Esta empresa se mostró dispuesta a que el megavelero continuase ocupando parte de sus nuevas gradas, si bien sin más responsabilidades que terminar el casco para hacer posible que la ejecución de la nave prosiga lejos de Marín. El destino aún no está totalmente confirmado y dependerá del acuerdo que cierre la entidad bancaria.

Con esta botadura Nodosa se desprende del segundo símbolo de los problemas vinculados a Factoría Naval. Y es que hace apenas unos días esta empresa también dijo adiós a otro gran proyecto que el desaparecido astillero tampoco pudo completar, el yate que había encargado el empresario Fernández Tapias. La embarcación, cancelada por los retrasos en su entrega y adquirida por MetalShips a comienzos del presente año.