Madrid pierde la banca
La filial del BPA entra en liquidación y, con la salvedad de Bankia, en manos del Estado, todas las instituciones financieras surgidas en la capital española han desaparecido
Javier Cuartas
El Banco Madrid ha entrado en proceso de liquidación la misma semana en la que se cumplen seis años del estallido de la burbuja crediticia española, cuando un día como hoy eclosionó, con la intervención y rescate de la caja castellano-manchega CCM, la primera gran crisis bancaria nacional del siglo XXI. CCM sigue existiendo, aunque en otras manos -es filial de Liberbank- y como banco y no como caja de ahorros. El terremoto que vivió el sector financiero español desde aquel día, con una oleada de rescates, fusiones e integraciones, solo es comparable con la gran crisis bancaria de 1977-1985, que supuso la desaparición de 56 de los 110 bancos existentes entonces en España.
La crisis del Banco Madrid carece de mimetismo con el resto de los supuestos. No fue un problema de solvencia ni la hecatombe de la gran burbuja crediticia e inmobiliaria española de 1998-2008 lo que precipitó su final. Lo que determinó su fatal desenlace fue la acusación de haber participado -junto con su propietario, el banco andorrano BPA- en prácticas de blanqueo de capitales. Esto, y la intervención de sus órganos rectores, hicieron cundir el pánico entre sus clientes y desencadenaron una retirada masiva de depósitos.
Su desaparición tiene trascendencia. Porque marca un nuevo rumbo en la política de salvamento público de los bancos -hasta ahora no se había dejado caer a ninguna entidad en crisis- y porque determina el final de una historia bancaria con identidad madrileña y centralista. Solo Bankia, salvado por el Estado y bajo mayoría pública, se mantiene como el último representante de un proyecto financiero desde el centro de España. El resto de los grandes imperios bancarios que intentaron ser el contrapunto al tradicional poderío financiero de la periferia española desaparecieron entre los años 90 y 2000. Banesto, Banco Central, Banco Hispano-Americano, Banco Exterior de España y otros de menor entidad sucumbieron o fueron engullidos por los grandes del Norte. Incluso Caja Madrid, con 310 años de historia, dejó también de existir.
Muchos de los bancos fundados en Madrid desde 1900 como intento de reequilibrio frente a la tradicional hegemonía bancaria del capitalismo vasco, catalán y mucho después también cántabro -secundados a su vez por otros proyectos en la España costera- fueron fruto de alianzas entre fracciones de esas mismas burguesías regionales con el capitalismo y la aristocracia madrileños. Este fue el caso del Banco Madrid, que ahora desaparece, y también de otra entidad que, con la misma denominación, había existido con anterioridad.
El primer Banco de Madrid nació en 1920 a partir de la transformación de la Compañía Comercial y Bancaria Hispano Argentina, que se había constituido en 1919, y que un año más tarde se hizo con la clientela del Banco Hispano Austro-Húngaro. En la iniciativa participaron los industriales y aristócratas asturianos Pidal Bernaldo de Quirós y Loring, los vascos Careaga y marqués de Ibarra, el latifundista andaluz Conde de los Andes y los madrileños Maura Gamazo, en los que se unía, al igual que en algunos de sus socios, las finanzas y la política.
El segundo Banco de Madrid, que ahora llega a su fin, tuvo origen y su principal feudo decisorio en Barcelona y respondió a una alianza de sectores de la burguesía catalana con los aledaños del poder franquista, uniendo una vez más influencia política y poder bancario. El industrial manresano Jaime Castell Lastortras -tío materno del actual presidente de la patronal española CEOE, Juan Rosell Lastortras, e hijo de un empresario de la construcción y de la maquinaria textil, y con intereses en otras empresas- adquirió en 1950 la Banca Suñer, un pequeño banco de Ripoll (Gerona) al que en 1954 cambió su denominación por la de Banco de Madrid, previa compra el año anterior de una oficina madrileña del Banco Medina, que acababa de suspender pagos.
Castell, dispuesto a hacer carrera bancaria, incorporó al consejo y al capital a parientes de la familia del dictador Francisco Franco: captó a José María Martínez Ortega, conde de Argillo y suegro de Carmen Franco Polo (Oviedo, 1926), la hija única del general, y a un cuñado de ésta: José María Martínez Bordíu, barón de Gotor. Ambos Martínez (padre e hijo) se sucedieron en la presidencia hasta el fin de la dictadura, en 1975. Con ellos se integraron en el banco algunos catalanes próximos a Castell y al régimen franquista: Juan Antonio Samaranch (presidente de la Diputación de Barcelona), José María Porcioles y Joaquín Viola (alcaldes de la capital catalana), Francisco Godía, Federico Gallo, Mariano Calviño y otros, algunos de ellos vinculados al falangismo.
En virtud de tales conexiones, el Madrid fue uno de los primeros bancos españoles a los que se les autorizó la creación de un banco industrial filial cuando se permitió esta modalidad: nació así el Banco Catalán de Desarrollo (Cadesbank), participado en el 25% por su matriz y en el resto, por accionistas vinculados. Cadesbank se implicó en negocios multisectoriales y logró que el estatal INI le vendiera Intelhorce, la sociedad textil malagueña creada por el Estado y que en Cataluña se había interpretado como una operación del poder central para contrarrestar el poderío catalán en el sector.
La crisis industrial de fines de los 70 a causa del primer shock del petróleo, coincidente a su vez con el fin del franquismo, situó en posición crítica a muchos bancos industriales. Las pérdidas de Cadesbank, que había expandido sus operaciones a Francia con una filial, obligaron al Banco de Madrid a acudir en su auxilio por imperativo del Banco de España en 1977. Banesto desconocía los problemas del Madrid cuando decidió anexionarlo en 1978.
El Banco Español de Crédito (Banesto) aglutinaba a uno de los elencos más conspicuos de la oligarquía española del dinero, la aristocracia y el monarquismo, en el que estaban representadas algunas burguesías periféricas relevantes. Banesto había perdido el liderazgo bancario español un año antes, en 1977, cuando el Banco Central pactó con los Fierro Viña darles una posición relevante en el capital de la entidad a cambio de engullir a su Banco Ibérico.
Para recuperar la hegemonía, Banesto salió de inmediato a la ofensiva, con la compra sucesiva del Banco Coca y Banco de Madrid y, tiempo después, Banca Garriga Nogués. Los tres bancos adquiridos arrastraban pérdidas enormes y agujeros que Banesto no detectó.
Los dueños del Madrid querían vender. Se quitaban un problema, las relaciones de la política habían cambiado con la llegada de la democracia, la crisis económica parecía no tener fin y el asesinato de Joaquín Viola en 1978 apesadumbró a su amigo Castell, quien se rodeó de guardaespaldas y se refugió en Suiza, donde murió en 1984.
Banesto tomó el 17,59% del Banco de Madrid, lo que lo convirtió en su mayor accionista. Cuando Banesto tuvo conocimiento cabal de la situación de la entidad, intentó deshacer la compra, pero se lo impidió el Banco de España. Lo vetaron el gobernador del supervisor bancario (José Ramón Álvarez Rendueles) y el subgobernador, Mariano Rubio. Banesto fue requerido a sanear el Madrid y se le dieron ayudas.
La operación supuso que Banesto pasó a controlar el 97,7%. Pero los problemas no amainaron. El Madrid aportó 30.000 de los 189.000 millones de agujeros que contabilizaba Banesto en los años 80 y que sometió al banco a una constante presión por parte de la autoridad bancaria.
Las familias históricas de Banesto intentaron zafarse del cerco al que estaban siendo sometidas por el supervisor dando entrada en 1987 a Mario Conde y Juan Abelló, sin conocimiento ni experiencia bancaria previas y que acabaron distanciados. En el intento in extremis de reflotar Banesto, la filial Banco de Madrid fue vendida en 1993 al alemán Deutsche Bank. Esto fue poco antes de la intervención de Banesto el 28 de diciembre de ese año.
La banca extranjera nunca logró obtener una gran presencia en España, pese a los reiterados intentos realizados. El Madrid fue derivando de la banca minorista tradicional hacia la especialización en banca privada y gestión de patrimonios. Fue en este segmento de mercado donde afianzó su posición.
Esta fue la aportación que interesó a Kutxa, la caja guipuzcoana, cuando compró el Madrid en 2001 al Deutsche Bank. Kutxa acrecentó la especialización del Madrid a partir de 2003.
La crisis económica de 2008, los decretos de reestructuración financiera y las exigencias de capitalización convirtieron la venta de activos y negocios en una vía de ingresos de todo el sector financiero. En 2010 Kutxa vendió el Madrid a la Banca Privada d'Andorra (BPA). Fue en los años en los que la crisis española fue vista por la poderosa industria financiera del Principado pirenaico como una oportunidad de expansión. Sus principales bancos compraron entidades españolas. La acusación de blanqueo de capitales delictivos que este mes formalizó la división de Crímenes Financieros del Tesoro de los Estados Unidos contra BPA puso fin a 61 años de historia del segundo Banco de Madrid.
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