Petróleos Mexicanos (Pemex) ha desvinculado por completo su desinversión en Repsol de sus planes en el astillero vigués Hijos de J. Barreras, del que es accionista mayoritario (51%) desde el pasado mes de diciembre. Lo aseguró ayer en México el director general del gigante azteca de los hidrocarburos, Emilio Lozoya, que insistió en que la venta de su paquete accionarial en el consorcio energético español se debe a las "diferencias" con su equipo directivo (liderado por su presidente, Antonio Brufau) y a la "baja rentabilidad" obtenida por sus acciones.

Pemex vendió ayer el 7,86% de Repsol por 2.091 millones de euros (a 20,10 euros por título), por lo que su participación se ha visto diluida al 1,44%. Lozoya también anunció que ese porcentaje residual será colocado en el mercado una vez se liquide un crédito con vencimiento en agosto y que fue utilizado hace tres años precisamente para ampliar su participación en la empresa española.

Lozoya, ante la inquietud generada por la salida de Repsol la semana anterior a la visita a España del presidente de la República de México, Enrique Peña Nieto, quiso dejar claro que esta operación "no es un tema de la agenda bilateral" que vayan a tratar el mandatario mexicano y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy. El primer ejecutivo de Pemex, que según ha podido saber FARO acompañará a Peña Nieto en su estancia en el país, sostuvo que la relación España-México es "profunda y amplia" y que la reciente inversión de Pemex en Barreras (con la compra del 51% de sus acciones el pasado diciembre) "es un ejemplo de ello". "La diferencia es que Pemex tiene la mayoría (de la factoría naval viguesa) y la autonomía para que esta transferencia de tecnológica se ejecute en beneficio de la empresa y de México", afirmó Lozoya.

Pemex justificó su desinversión en Repsol, que según la paraestatal mexicana se saldó con unas plusvalías de más de 661 millones de euros, por la pugna con el equipo directivo del grupo español, la baja rentabilidad de las acciones y el hecho de que "no se materializaran los beneficios mutuos" previstos en el acuerdo firmado por ambas partes hace dos años. Lozoya reconoció que el factor más decisivo fueron las fuertes discrepancias con el consejo de administración encabezado por Antonio Brufau.

A pesar de que la firma mexicana era el segundo socio más importante de Repsol (con un 9,3% de las acciones), solo tenía uno de los 16 asientos en el consejo, por lo que su "injerencia era muy limitada", afirmó. Además, insistió Lozoya, ni México ni Pemex, socio del grupo español desde 1990, formaban "parte del plan de negocios de Repsol presentado por su actual administración" a finales de marzo, lo que evidenció "su falta de interés en los fundamentos sobre las cuales se formó esta alianza". El director general de Pemex también criticó las altas remuneraciones que se otorgaban a los directivos, similares a las de las petroleras más rentables del mundo, en momentos en que Repsol se encontraba en el nivel más bajo de sus ingresos.

Las relaciones entre ambas compañías comenzaron a deteriorarse en agosto de 2011, cuando el grupo mexicano alcanzó un acuerdo de sindicación accionarial en la petrolera española con Sacyr, por entonces presidida por Luis del Rivero. Este acuerdo, cuyo objetivo era promover cambios en la gestión y estrategia de Repsol, se rompió a comienzos de 2012 y quedó sustituido por un pacto industrial entre las dos petroleras, de diez años de vigencia, ahora roto. Las acciones de Repsol -suspendidas de cotización durante varias horas- lideraron ayer las caídas del Ibex 35 en la jornada, dejándose un 3,62%.