La gran destrucción de empleo en los seis años transcurridos de la crisis económica se ha concentrado en España de forma muy contundente en la empresas pequeñas y medianas de entre 11 y 249 trabajadores, seguidas, aunque a bastante distancia, por la microempresa de a 1 a 10 trabajadores. Por el contrario, la gran empresa (250 empleados o más) se ha constatado como muy resistente a la doble recesión y ha destruido muy poca mano de obra desde que las economías avanzadas colapsaron en 2008.

Según datos que acaba de difundir el Instituto Nacional de Estadística (INE), las empresas españolas con plantillas de 11 a 49 asalariados redujeron su fuerza laboral el 18,01% desde 2007 y las que cuentan con 50 a 249 ocupados menguaron sus efectivos el 15,52%. En estas dos franjas de empresas pequeñas y medianas fue donde se produjo la gran hecatombe del empleo español.

Las microempresas de 1 a 10 trabajadores también expulsaron mucha mano de obra, pero lo hicieron a una tasa media del 10,68%, un ritmo muy alto pero a gran distancia de la pavorosa capacidad de expulsión de sus congéneres de tamaño mediano.

Frente a esos ritmos pavorosos de desalojo de empleo, la gran empresa (la que tiene 250 trabajadores o más) ha sido mucho más resistente a los efectos recesivos y sólo prescindió del 2,78% de sus trabajadores.

Esta conclusión es coincidente con la intuición de que las grandes empresas -salvo las que incurrieron en endeudamientos desproporcionados antes de la crisis- son capaces de resistir mucho mejor las fases críticas de los ciclos económicos por su mayor fortaleza financiera y de recursos propios y también por su mayor capacidad profesional, logística y económica para solventar los estrangulamientos de la demanda, generar sinergias que compensen la caída de márgenes y para responder de inmediato a la recesión interna con una proyección exportadora vigorosa.