Un "bálsamo" no solo para Barreras, sino para toda una industria auxiliar diezmada por la falta de contratos desde hace más de tres años. El comité de empresa del astillero vigués, los tres sindicatos con representación mayoritaria en el sector y la patronal del metal coincidieron ayer en que el desembarco de un gigante como Petróleos Mexicanos (Pemex) en Barreras supone un espaldarazo a todo el naval vigués por lo que representa a nivel internacional y el respaldo financiero que aportará.

El presidente del comité, Sergio Gálvez, afirmó que la toma del 51% de Barreras no solo allana el camino para la construcción en Vigo del flotel prometido en septiembre del año pasado, sino que abre la puerta a otros contratos que "quizá" se materialicen antes que el del propio flotel. Gálvez (UGT) calificó la llegada de Pemex como "espaldarazo" para el astillero y el sector, sobre todo en un momento marcado por las dificultades de financiación para contratar buques y con la resolución del tax lease todavía caliente. Gálvez apuntó que Pemex tendría capacidad para influir en las compañías navieras que prestan servicios para la petrolera para construyan sus barcos en las gradas viguesas.

Ramón Sarmiento, portavoz de naval privado de CC OO, confió en que las expectativas que se han generado en torno a esta operación se vayan concretando y que tenga un "efecto arrastre" en todo el naval vigués, aunque mantiene la petición de su sindicato (y UGT) de reunirse con el ministro de Industria, José Manuel Soria, para abordar los problemas que afectan al naval privado y público español en su conjunto. César Rodríguez, portavoz de naval de la CIG, afirmó por su parte que si se confirma la entrada de Pemex en Barreras y aporta carga de trabajo a corto plazo sería un "bálsamo" para toda la cadena del naval, por el peso que la factoría de Beiramar tiene a la hora de generar trabajo en la comarca. Pese a esto, se preguntó por las contrapartidas de que una empresa estatal como la petrolera mexicana compre un astillero privado como Barreras.

Para la patronal del metal, Asime, la noticia es "esperanzadora" y refleja la confianza que Pemex tiene en la industria naval gallega. Su secretario general, Enrique Mallón, aseguró que el sector ha conseguido mantenerse "activo" tras tres años de dura crisis y "esperemos que esta operación sea el inicio de una nueva etapa en la que mejore la situación". Mallón añadió que la compra del 51% de Barreras "acelerará la adjudicación de los dos floteles". "Queremos que Galicia sea un socio estratégico de Pemex y de la industria mexicana", manifestó el portavoz de los metalúrgicos.

Los 16 consejeros de Repsol deciden esta tarde si suscriben o rechazan el preacuerdo alcanzado este lunes con el Gobierno argentino por la expropiación del 51% de YPF, que supone el pago de 3.700 millones de euros en activos líquidos (bonos del Estado). El consejo deberá determinar si es "válido" y si compensa "en parte" la incautación por decreto de esta compañía, ejecutada en abril del año pasado. El plácet de los gobiernos de España, Argentina y México, unido al respaldo que ayer dieron las bolsas a las acciones de Repsol y a sus principales accionistas, garantiza la aprobación al preacuerdo, según fuentes del mercado. A estos factores directos hay que sumar uno colateral -pero decisivo- para los intereses españoles y que se produjo ayer: la compra del 51% del astillero Hijos de J. Barreras por parte de Pemex, el socio díscolo de Repsol.

Petróleos Mexicanos es el tercer mayor accionista de la multinacional española, y condicionaba su apuesta por España y su continuidad en el capital de Repsol a que se produjeran "cambios" en la gestión de la compañía. Entre ellos estaba la negociación con Argentina para resolver el conflicto por YPF, frente a la estrategia judicial que seguía el equipo comandado por Antonio Brufau. Este tema se resolvió el lunes, y la entrada de Pemex en el accionariado de Barreras (avanzada en mayo) se culminó ayer. Fueron 24 horas decisivas para el naval gallego, inmerso en el fuego cruzado entre tres empresas (YPF, Repsol y Pemex) y tres países (España, Argentina y México). El Gobierno de Mariano Rajoy no solo se ha garantizado la estabilidad en el accionariado de la petrolera española, sino que ha logrado desbloquear el anunciado vínculo entre Pemex y los astilleros gallegos, postergado una y otra vez (durante año y medio) con el contrato de los floteles.

El preacuerdo

No ha trascendido la letra pequeña del preacuerdo con Argentina más allá de que el pago no es por activos productivos (yacimientos), lo que conllevaría una inversión "importante" por parte de Repsol. El presidente de la compañía, Antonio Brufau, había exigido siempre una compensación en efectivo, aunque las cantidades que ponía la petrolera española sobre la mesa eran notablemente superiores (10.000 millones de dólares). Ante la posibilidad de recibir cero euros por YPF -como llegaron a descontar los analistas-, el cobro de 3.700 millones de euros (5.000 millones de dólares) es una mejora notable en el escenario tanto para Repsol, para sus accionistas y para su máximo ejecutivo.

La intermediación del Gobierno español ha sido determinante no solo para romper el litigio entre Repsol y Argentina (había una docena de denuncias por la expropiación), sino para resolver el conflicto abierto entre la petrolera española con su socio Pemex a causa de YPF. Aunque el acuerdo fue calificado como "hito" por el director general de la sociedad mexicana, Emilio Lozoya, éste volvió a criticar ayer la gestión del equipo directivo de Brufau. "Esperamos que el consejo actúe con responsabilidad", dijo Lozoya a una radio local respecto de la votación de esta tarde. Y es que Pemex no solo quería participar del yacimiento de Vaca Muerta en Argentina, sino que pretende que Repsol vaya de su mano para explotar yacimientos en el país azteca (en la zona de Campeche), que no podría ejecutar sin el know-how de la firma española.

Pese al "hito" del preacuerdo del lunes, y a expensas de las decisiones que adopte el consejo de Repsol, las pretensiones de Pemex van más allá de YPF. Queda por delante un escenario con posibles cambios en la estrategia de la petrolera española sin descartar una remodelación en su cúpula directiva.