Petróleos Mexicanos (Pemex) quiere hacer valer el poder que le confiere ser el tercer mayor accionista de Repsol y, tangencialmente, el hecho de que en el naval gallego (con el Gobierno de Galicia y Moncloa, por extensión) estén con el ojo puesto en los dos floteles por los que esperan los astilleros Hijos de J. Barreras y Navantia desde hace año y medio. El gigante mexicano quiere que el presidente de la mayor petrolera española, Antonio Brufau, deje la compañía antes de final de año, y para ello debe contar con el apoyo directo de CaixaBank y el plácet del presidente Mariano Rajoy. Sin un cambio en la presidencia ejecutiva de Repsol no se va a desbloquear el contrato que la filial PMI firmó con los astilleros, de acuerdo a la opinión del sector.

La entidad que preside Isidro Fainé es la máxima accionista de la petrolera, aunque deberá reducir su participación por debajo del 10% para cumplir con la nueva directiva bancaria europea. Según fuentes del mercado, Pemex pretende que CaixaBank suscriba o se abstenga en su petición de convocar una junta extraordinaria de accionistas para antes de que termine este año y forzar la salida de Brufau, como recogió ayer también el digital El Confidencial. Según este medio Pemex trabaja con abogados, banca de inversión y una agencia de captación de accionistas para derrocar al presidente de la compañía española. Algunas fuentes dan por hecho que ya existe un acuedo con Brufau para su salida.

El consejo de administración de Repsol se reúne la semana próxima en sesión ordinaria, y el de Pemex hará lo propio el martes día 26. Será entonces cuando la firma azteca pueda calibrar si su pulso a Brufau y al propio Rajoy ha dado sus frutos. Por lo pronto en la compañía que preside Emilio Lozoya no parece haber apuro en formalizar la adjudicación de los floteles, prevista entre otras fechas para el 29 de noviembre, el 6 de diciembre y, al cierre de esta edición, sin fecha definitiva.

Conflicto permanente

El presidente de Pemex ha arremetido en público y en privado contra las negociaciones que Brufau ha hecho con YPF después de que Cristina Kirchner hubiese expropiado la filial de Repsol hace más de un año. "Nosotros esperábamos obtener más ganancias de nuestra participación en Repsol", exhortó Lozoya el pasado 5 de noviembre. En Pemex apuestan por la negociación para aprovechar el inmenso yacimiento de Vaca Muerta en Argentina, mientras que Repsol ha optado por tensar la vía judicial tras llevar a las cortes el acuerdo entre YPF y Chevron para, precisamente, explotar el mayor descubrimiento que hizo Repsol. Fuentes del sector explicaron a FARO que Kirchner no se va a echar atrás y "es más que improbable que paguen algo por YPF", de ahí que los mexicanos prefieran la negociación. El hecho de que la presidenta haya elevado a ministro de Economía al artífice de la expropiación, Axel Kicillof, es otro factor importante. "Quizás Brufau no está tan interesado en explorar zonas como Campeche en México, como sí quiere Pemex", explican las mismas fuentes.

Rajoy y Fainé

El papel de Rajoy y Fainé es distinto pero complementario. Repsol es una compañía estratégica para el Ejecutivo, como quedó de manifiesto cuando Argentina expropió YPF, y podría convertirse en otra Endesa (ahora en manos de la italiana Enel) si el capital extranjero toma el control (un portavoz del multimillonario Carlos Slim negó que negociase con Pemex para hacerse con otro 10% de Repsol, como publicó ayer ABC). Pemex, por su parte, no ha vacilado a la hora de amenazar con vender la mitad de su participación en Repsol, lo que volvería aún más inestable su reparto accionarial. Además el contrato de los floteles es una cuestión más que política en Galicia y fue una promesa electoral de Alberto Núñez Feijóo que todavía no se ha cristalizado. Fainé, por su parte, puede decantar la balanza y está pendiente de la adjudicación de NCG Banco.