Una propuesta o "reflexión" de la Comisión Europea, en este caso lanzada hace solo unos días por el comisario de Empleo, Laszlo Ándor, vino a agitar el ya convulso panorama laboral y político español. La "reflexión" de Ándor se concreta en un contrato laboral único en España planteado como herramienta para dinamizar el empleo, especialmente el juvenil, por la vía de eliminar las diferencias entre los actuales contratos indefinidos y temporales, lo que se traduciría en indemnizaciones por despido crecientes en función de la antigüedad, desde un arranque de 8 o 10 días por año trabajado hasta un "techo" final máximo de en torno a 30 días al traspasar la barerra de la década en la empresa. Tal planteamiento recibió un inmediato y casi unánime rechazo, tanto por parte del Gobierno, que lo llegó a tachar de "inconstitucional", como de los partidos políticos, sindicatos y hasta de la patronal,a excepción de la bancaria, que se sumó a la sola acogida de UPyD en el ámbito político estatal.

En Galicia, las valoraciones recabadas por este diario mantienen el mismo patrón de reflexión entre los sindicatos, que entienden que la idea no trata más que de lograr despidos a coste cero o casi cero, y los economistas consultados, que señalan que la creación de empleo, lo mismo que la patronal, que la creación de empleo no vendrá dada por el modelo de contratación sino por políticas económicas que apunten a la financiación, la dinamización y el crecimiento, frente al modelo actual de la austeridad a toda costa.

El planteamiento de un contrato único no es algo nuevo sino que ya en 2009 la había hecho el grupo economistas de Fedea y "gustó a los oídos de organismos internacionales como el FMI, la OCDE y la Comisión Europea pero nunca se declararon de forma clara y rotunda a favor", recuerda el vigués Antón Costas, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona, quien "imagina" que "al comisario no se le ocurrió otra cosa que hablar del contrato único, en vez de defender desde su cargo un cambio radical de la política económica que propicia la Comisión y que ha abocado a la economía europea a la recesión y al desempleo masivo".

Para Costas, "desde el punto de vista teórico la propuesta de contrato único tiene cierto sentido y cierto atractivo porque una cosa simple lo resolvería todo. Es como la vieja propuesta de un impuesto único, que ya defendieron los economistas desde el siglo XIX. Pero obvia el entramado institucional, jurídico y de intereses que conforman la legislación de todos los países". Sin duda, entiende Costas, "a nuestro mercado laboral le sobra una gran parte de la amplia variedad de contratos laborales existentes, pero no veo ni posible ni eficaz un contrato único", indica Costas, quien intuye que Ándor "posiblemente no se atrevería a proponerlo en su país" y concluye que "yo no lo tomaría muy en serio".

También desde el lado de los investigadores, Alberto Vaquero, titular de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo, se refiere a la gran catidad de contratos tenmporales que hay en España y la necesidad de revisarlos, aunque tampoco apoya la fórmula de contrato único. "En España coexisten 41 diferentes tipos de contratos, pero se carece de estudios rigurosos de la eficiencia y utilidad de la mayor parte de ellos. Sin duda, sería recomendable establecer algún tipo de simplificación contractual que evitase toda esta casuística, en numerosas ocasiones escasamente utilizada", indica Vaquero, para quien"posiblemente no sea factible el contrato indefinido único, con indemnizaciones de naturaleza variable, como recomienda la OCDE y la CE" y, además, "la revisión no debería ser "a la baja" en las condiciones del contrato de trabajo, esto es, mermar las ventajas laborales de los contratos ya existentes, sino ir hacia la mejora de aquellas figuras contractuales que peores condiciones tienen".

Tampoco Juan José Santamaría, presidente del colegio de Economistas de Pontevedra, Juan José Santamarina, se posiciona a favor del contrato único. "Es una propuesta muy simplista porque la realidad laboral en España y Europa es mucho más compleja y en el caso de España más, con las tasas de paro tan alta". Para Santamaía, "con este contrato, tal como se ha dicho, desaparece la diferencia que lamentablemente ya existe entre trabajadores fijos y eventuales, con lo que pasaríamos casi todos a ser eventuales y a depender de la suerte de las empresas, y eso deja a los trabajadores en precario". Como alternativas, plantea "dar más estabilidad económica, incentivos al crecimiento y cambiar un poco la política que llevamos ahora y que defino de espiral depresiva". El economista concluye asegurando que "con ese contrato único deterioraríamos aún más las relaciones laborales y aunque hay actividades que por su naturaleza son cíclicas y a las que les va bien el contrato temporal, no veo bien generalizarlo".

Mientras, desde el mundo de la empresa, el presidente de los empresarios de Pontevedra, José Manuel Fernández Alvariño entiende, a falta de análisis de la propuesta en su organización -este mismo lunes-, que "ante tanto paro como hay en este país, es mejor ser imaginativo y no despreciar ninguna posibilidad. Aunque en un principio no acaba de convencernos la idea, no despreciaría debatir o estudiar cualquier fórmula que conlleve superar esta lacra".

Para Alvariño el debate sobre entre el tipo de contratación es irrelevante en este momento porque "de lo que se trata es de que fluya la financiación, de que se crean empresas y aumente el empleo y, a partir de ahí, el tipo de contratos es secundario".

También desde el ámbito empresarial, Marcelino Otero, se pronuncia a título individual para, en primer lugar preguntarse por qué la ministra de Empleo Fátima Báñez, tachó de "incostitucional" una propuesta planteada hace ya un tiempo por expertos. Y, a partir de ahí, señala que "no sé que formulación debería tener ese contrato pero lo cierto es que la reforma laboral aunque el presidente del Gobierno esté muy contento, yo a nivel de empresa no lo estoy tanto. La flexibilización de los costes no está alcanzado los niveles a que debería llegar y la reforma tiene que llevarnos a reformular los costes de alguna manera, porque ahora cuando un empresario quiere ajustar su capacidad productiva a la demanda y la situación real tiene muchas dificultades y los costes laborales hay que ajustarlos a esa demanda".

Para Otero, "los empresarios necesitamos capacidad de flexibilizar costes y la administración debe dar respuesta a esa demanda". Y sobre la supuesta pretensión de abaratar los costes de despido, la califica de "tergiversación".

Rechazo sindical

Lo mismo que en el ámbito estatal, la propuesta de contrato único recibió el unánime rechazo sindical en Galicia. Así Suso Seixo, secretario xeral de CIG, se mostró "totalmente contrario", ya que "en la práctica representaría que todo el mundo fuera temporal en su trabajo. En realidad lo que se trata es de aprovechar la crisis económica para recortar aún más derechos de los trabajadores y flexibilizar las relaciones laborales". Así, recordó que "en las épocas de bonanza la estabilidad laboral nunca fue problema para la creación de empleo y ahora, en crisis, solo va a venir por la vía de políticas económicas diferentes y no por conseguir llevar o despido a coste case cero o casi cero". Para Seixo, la propuesta de contrato único"no tiene que ver con crear empleo sino con otro intento de la patronal por lograr despedir a la gente sin pagar un duro o con casi nada".

Finalmente, el máximo responsable de CC OO en Galicia, Manuel Sánchez Aguión, también alzó su voz contra una propuesta planteada "por una persona que está fuera de la realidad y que no conoce el mercado laboral ni de España, ni de Europa ni de su país, que no tienen ese contrato. Lo que plantea es llanamente despido libre y gratuito". Para el líder sindical, "el contrato único es una forma de permitir que a los empresarios despedan cuando quieran y sin nada, sin derechos; ya tenemos una reforma laboral impresentable que bascula todos los derechos hacia los empresarios. Y esta propuesta forma parte de la pretensión de los neoliberales de imponer la total desregulación del mercado laboral. Hay que recordar que las normas que publica el BOE por sí mismas no generan el empleo sino las políticas económicas y para contratos hay modalidades a la carta. Lo que hace falta es empleo, pero con derechos asociados".