Desde primera hora de la mañana era un secreto conocido entre las personas que mejor conocen la situación actual de Pescanova, la cuarta compañía pesquera a nivel mundial (tras Maruha Nichiro, Thai Union Group y Marine Harvest). "Se está buscando a un negociador para llevar a cabo la reestructuración de los créditos de la sociedad con toda la banca", explicaban por la mañana a FARO fuentes de toda solvencia. "Se está en ello, un negociador que no sea de la banca convencional pero que se encargue de este asunto". Y la confirmación llegó, vía CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores), a las 19:41 horas de la tarde. "Pescanova S.A. comunica que ha designado a Houlihan Lokey como Asesor Financiero", rezaba el escueto comunicado.

Se trata de un barco de inversión global que cuenta con 200 empleados dedicados exclusivamente a la renegociación de pasivos financieros y tiene sede en Los Ángeles. Pescanova da así por iniciado el proceso de renegociación de su deuda seis días después de solicitar el preconcurso de acreedores. Houlihan Lokey ha trabajado en casos de la dimensión de Lehman Brothers, Martinsa Fadesa o General Motors. Ahora será cuando empiece el trabajo titánico, la tarea de lidiar con la banca para salvar la empresa del concurso.

El primer escollo a salvar es la refinanciación del préstamo sindicado que se firmó con más de una veintena de bancos por unos 150 millones de euros, aunque el camino a partir de ahí sigue siendo empedrado. Pescanova afronta unos vencimientos de más de 113 millones de euros este año, y arrastra una deuda a corto y a largo plazo de 1.522 millones. Y, aunque la facturación o los beneficios sigan al alza, las entradas de dinero en caja pueden seguir arrojando un Free Cash Flow negativo. ¿Qué es esto? Que la empresa no genera suficiente efectivo para afrontar vencimientos, dividendos o intereses de la deuda. La situación preconcursal no es, para algunos analistas, alarmante en tanto "la firma se ha apalancado para financiar infraestructuras que sí generan negocio", aunque la acuicultura -la gran apuesta- todavía no está aportando una rentabilidad suficiente.

Más requisitos

El problema vuelve a estar, otra vez, en la banca. Fuentes financieras explicaron que Pescanova tendrá que presentar un plan de viabilidad, a aceptar por los acreedores, para diferir el pago de las deudas. Esto es, para que los pasivos a corto plazo (más de 750 millones) sean a largo plazo. La solicitud de preconcurso, que otorga 4 meses a la empresa para renegociar su deuda, le da margen para formular un convenio que satisfaga a la banca, bonistas y otros acreedores.

En este planteamiento puede estar tanto la emisión de bonos o ampliación de capital, lo que reforzaría sus fondos propios a cambio de diluir la participación de los accionista que no quieran o no puedan acudir a la misma. Por ejemplo, las obligaciones convertibles que tiene Luxempart -aliado del Grupo Damm- le otorgarían el 7,5% del capital social en caso de convertirlas en títulos convencionales. Demetrio Carceller tiene 40 millones en bonos para convertir en acciones y, de obtener fondos por esta vía, podría obtener el control del consejo de administración.

Otra opción es la venta de activos "no estratégicos", como las plantas de salmón de Chile u otras de langostino en Ecuador o Guatemala. La empresa confía en "reconducir" la situación, aunque el apalancamiento es un peso muy grande. "Lo que pasa es que vamos a ver las cicatrices que deja este proceso y las mutaciones que genera en la compañía".