Bajo los cimientos de la multinacional Pescanova hay arenas movedizas desde hace tiempo. En los dos últimos años la media de acciones que se vendían al día rondaban las 40.000, pero en los últimos meses la media ha superado los 150.000 títulos. "Hay días que se comercializaron 300.000 acciones", explican fuentes conocedoras de la situación, que piden no ser citadas en esta información. La pregunta es obligada. ¿Quién está comprando tal cantidad de títulos de Pescanova y para qué? La respuesta, por ahora, sería solo una conjetura. Lo que sí se sabe es que en la sede de Chapela tropiezan mudas las espadas, pero la disputa se deja oír igualmente.

"Hay influencias de una parte interesada para convocar ya el consejo de administración". El presidente, Manuel Fernández de Sousa, todavía no lo ha hecho. "Tiene que haber una definición de fuerzas en las próximas 48 horas", explican a FARO las mismas fuentes. "Carceller sabe cómo hacer las cosas y, si cae en sus manos, se lleva Pescanova para cualquier lado, a él le da igual".

El control final

No hay cruce de declaraciones, comunicados o acusaciones. La disputa es como las de antaño, con el tiempo como único telón de acero. Solo la familia Carceller, propietaria del Grupo Damm -y que posee más del 6% de Pescanova- puede estar filtrando algunas informaciones a la prensa catalana. Demetrio Carceller, conocido por aprovechar los momentos de debilidad de las sociedades cotizadas, está "atento a todos los movimientos". Si convirtiese los 40 millones de bonos obligatoriamente convertibles en acciones se haría, a día de hoy -y tras el batacazo bursátil de este lunes- con el control de la compañía, por encima de Manuel Fernández de Sousa.

Tiene de su parte, además, a Luxempart, un fondo de inversión luxemburgués que está representado en el consejo por François Tesch. José Carceller (el hermano pequeño de Demetrio) y Tesch votaron en contra de las cuentas anuales de la compañía, según indicaron a FARO fuentes consultadas conocedoras del proceso, lo que precipitó la solicitud de preconcurso.

Con esta figura legal el presidente de Pescanova -e hijo de su fundador- se blindó ante la presentación de un concurso necesario por parte de cualquier acreedor o bonista (como Carceller, por ejemplo).

"Lo importante sería salir de esta situación con unidad, lo cual no es fácil. Ahora es más evidente que nunca que hay tensiones empresariales". Como ya publicó este diario, todo se reduce ahora a movimientos de accionistas y societarios con el control de la multinacional como premio tras la contienda.

De manera oficial, el Grupo Damm hizo público su "apoyo" a Pescanova la pasada semana, pero en el consejo hubo voces -como la suya- que querían convocar un encuentro extraordinario incluso para el sábado. Fernández de Sousa no ha movido ficha, que se sepa. Demetrio Carceller, aunque tampoco ha trascendido, puede haberlo hecho.