El accionariado de Pescanova es un pastel, tanto por el reparto atomizado de los socios como por la apetencia que desata entre inversores de todo tipo. La empresa familiar, fundada en 1960 por José Fernández López, dejó de serlo hace tiempo aunque su gestión continúa en manos de su hijo, Manuel Fernández de Sousa. Firmas de capital riesgo, de inversión, alimentarias o holdings de cartera. El presidente mantiene, a día de hoy, el 14,426% de los títulos de la multinacional, aunque ha ido reduciendo su posición de forma progresiva y significativa en los últimos meses. En ese tiempo entró un avezado hombre de negocios con fama de aprovechar las gangas: Demetrio Carceller.

El responsable del grupo cervecero Damm tiene ya el 9,651% de otro grupo alimentario, Ebro Foods, aprovechando las migajas en las que se convierten algunas empresas cotizadas con el Ibex debilitado y la necesidad acuciante que tienen muchas empresas por obtener liquidez. En Pescanova Carceller también ha marcado su territorio. Se convirtió en enero en el segundo mayor socio de la multinacional gallega con el 6,183% de los títulos, comprados a toca teja en el mercado. En lo que va de año los títulos de Pescanova se han revalorizado un 24,2%, pero cerraron el jueves (último día de cotización antes de la suspensión decretada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, CNMV) en los 17,4 euros. Es un precio muy bajo en comparación con los 23 euros que marcaba hace un año y los más de 35 que se anotó en 2009.

¿Quién se mueve en las sillas de la multinacional con sede en Chapela? Todos los han hecho. En el mercado no se descarta que Damm quiera seguir incrementando su porcentaje de control en la compañía aprovechando la debilidad que pueda exponer Fernández de Sousa o una cotización a la baja. No en vano Damm se hizo con 40 millones en títulos obligatoriamente convertibles en acciones, que puede transformar en capital cuando quiera. Este paso le daría aún más poder en una sociedad arraigada a nivel mundial, con la facturación al alza y una gran inversión realizada en plantas acuícolas.

En el momento de la fusión de Caixanova y Caixa Galicia, las cajas superaron el 30% del accionariado de Pescanova, lo que las obligó a ceder parte de sus títulos para no tener que efectuar una oferta pública de adquisición (OPA) por toda la empresa. La pérdida de un socio financiero potente desencadenó un maremagnum en el accionariado de la compañía. La firma viguesa no tiene ahora apoyo de ningún banco significativo en su capital, que siempre sirve de respaldo ante eventuales problemas de liquidez.

Sousa, Alfonso Paz-Andrade, Damm y Luxempart se reparten más del 37% del pastel de la pesquera, pero el mercado está expectante ante cualquier movimiento. Uno que se presume inminente, por ejemplo, es la salida de las cajas. Están en la entidad a través de la sociedad Liquidambar, donde participan Caja España-Duero, Ibercaja y Sa Nostra (integrada en Banco Mare Nostrum). El apoyo público que han recibido del fondo de rescate europeo las obliga a desprenderse de participaciones industriales, con lo que ese 3,393% que controlan pueden pasar a manos, de nuevo, a Carceller.