El grupo Lonza anunció en octubre de 2011, coincidiendo con una visita a Porriño de la exministra de Ciencia y Tecnología, Cristina Garmendia, y del exconsejero delegado de la farmacéutica helvética, Stefan Borgas, que la planta de Porriño iba a asumir en exclusiva la fabricación de biosimilares, fármacos obtenidos por biotecnología y que tienen las mismas indicaciones terapéuticas que los medicamentos biotecnológicos de referencia. Hoy, esa apuesta por Torneiros como productor de genéricos, se está rediseñando, según ha podido saber FARO.

El potencial de crecimiento de este tipo de compuestos llevó a Lonza en 2009 a forjar una joint venture (sociedad conjunta) con la multinacional israelí Teva Pharmaceutical Industries para lanzarse de lleno a este mercado. Lonza se encargaría del desarrollo y fabricación de estos biosimilares, mientras que Teva se centraría en los ensayos clínicos y en la venta. La planta de Porriño había encajado a la perfección en este proyecto por la gran capacidad de producción de las instalaciones y la experiencia del personal gallego.

Casi año y medio después de este anuncio, el proyecto, que catapultaría la producción de Porriño, sigue sin confirmarse.

La planta de Lonza Porriño se ha convertido en un referente dentro del grupo por el buen hacer de su personal. De hecho, la multinacional asignó el pasado verano la dirección de control de calidad y transferencia de tecnología de toda la unidad mundial de producción de Lonza a un investigador gallego, que pasó a coordinar un equipo de 400 personas de siete centros de I+D+i de Estados Unidos, Reino Unido, República Checa, Suiza y Singapur. Lonza compró estas instalaciones en 2006 a la norteamericana Genentech por unos 120 millones.