La Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) respondieron anoche al desafío griego con una apuesta de alto calibre: bloquear las ayudas al país heleno en respuesta a la inicitiva del Gobierno del socialista Yorgos Papandreu de someter a referéndum las condiciones del segundo rescate aprobado la pasada semana por los líderes de la UE. Alemania y Francia, muñidores de la estrategia para detener la crisis de deuda soberana, han emplazado además a Atenas a aclarar si quiere o no seguir en el euro. Papandreu, que a la vez encara una moción de confianza en el Parlamento griego, se mantenía firme ayer."La democracia está por encima del apetito de los mercados", declaró.

El movimiento del primer ministro de Grecia ha hecho saltar por los aires el guion de la reunión del G-20 (grupo de las veinte economías más poderosas del mundo). El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anfitrión del encuentro, y la canciller alemana, Angela Merkel, contaban con que la cita de Cannes iba a suponer un aval para el plan europeo tan largamente negociado y demandado además por otras grandes potencias (singularmente EE UU). Pero la rebelión griega ha dinamitado tales intenciones. La cumbre de Cannes empezó ayer siendo europea y presumiblemente de alta tensión. Sarkozy, Merkel, Christine Lagarde (presidenta del Fondo Monetario Internacional) y dirigente de las instituciones europeas se reunieron durante la tarde para fijar posición sobre el problema griego, antes de celebrar una cena a la que se incorporó Yorgos Papandreu.

Según adelantó horas antes el diario francés "Le Monde", Francia y Alemania están de acuerdo en no renegociar los términos del acuerdo europeo sobre Grecia y también en retener el pago a Grecia de 8.000 millones de euros correspondientes al sexto tramo del primer rescate (aprobado en 2010) si el referéndum sigue adelante. La fecha en que debía producirse la entrega de esa ayuda (créditos) la iba a fijar el próximo lunes la reunión de ministros de Finanzas de la UE. Se trata de un apoyo que Atenas venía demandando, con gran alarma y alimentando el nerviosismo en los mercados, desde el pasado septiembre. Entonces, el Gobierno llegó a decir que sin ese dinero no tendría liquidez para pagar las pensiones y los salarios públicos a partir de octubre. Atenas suavizó luego aquella alerta afirmando que disponía de liquidez hasta noviembre.

¿Qué ocurrirá ahora si, efectivamente, la UE y el FMI (socios en el rescate) paralizan las ayudas? ¿Se precipitaría la quiebra helena? Informaciones periodísticas divulgadas ayer indican que las arcas públicas de Papandreu tienen margen para llegar hasta el referéndum, que podría adelantarse a diciembre (inicialmente se barajó enero).

Papandreu ya ha puesto a trabajar a su Gobierno en la organización de un plebiscito que, según la prensa de Atenas, ha sido acogida con escepticismo por los griegos. Los sondeos señalan que el 60% de los ciudadanos rechaza un plan de rescate que implica una ayuda superior a los 100.000 millones de euros (incluida una quita del 50% de la deuda pública griega que aceptan los bancos acreedores), a cambio de nuevas reformas y ajustes (incluidos un recorte de 28.000 millones de gasto hasta 2015 y privatizaciones por valor de 50.000 millones más que jibarizarían el sector público heleno). Pero una de las claves principales del resultado de la consulta, si llega a producirse, estará en la pregunta que se hará a los ciudadanos griegos.