"¡Qué cariñas, qué tempos!". Una mujer se detiene, emocionada, ante una imagen antigua, de finales de los años del siglo pasado Le ha tocado el ánimo ver a una cuadrilla de obreros con boina o visera que posan en el tajo, sentados sobre las chapas metálicas con las que construían uno de los primeros barcos de acero que salieron del astillero de Vulcano en el barrio vigués de Teis.

La imagen es, pese a su gran fuerza, solo una de las ochenta cedidas por el astillero de las más de 8.000 que atesora y que seleccionó Avelino Gómez, responsable de Cultura de la Asociación de Vecinos de Teis. Desde ayer, en que la muestra fue inaugurada por el teniente de alcalde Santiago Domínguez, y durante quince días cuelgan de las paredes del Centro Cívico, cuyos responsables están empeñados en recuperar la memoria fotográfica de un barrio donde "Vulcano es referente", en palabras del presidente vecinal, Antonio Collazo.

Y es que Vulcano es una de las principales señas de identidad de Teis desde que comenzara su actividad al borde de su mar en los convulsos años treinta del pasado siglo. Empezó entonces la reconversión en vanguardia naval de pescadores y labradores del propio Teis y de Lavadores, de donde el astillero tomó a más del 90% de su plantilla, que llegó a ser de 800 personas "sin contar las contratas" que hoy asumen la mayor parte del empleo.

La historia de Vulcano arranca en 1919, cuando el empresario Enrique Lorenzo funda Enrique Lorenzo y Cía, denominada "La Vulcano" y que arrancó en un pequeño taller de la viguesa calle Canceleiro con un único operario. Un año después la empresa tenía ya cuarenta obreros. Luego la entonces calderería, se trasladaría a Ríos y, desde allí, a su actual emplazamiento en lo que hasta 1940 era la playa de Espiñeiro.

En su actual emplazamiento, donde antes hubo bañistas y conserveras, se gestó una de las más emblemáticas empresas de construcción naval de España, sin renunciar a la fabricación de calderas para trenes, barcos y las prinicipales industrias de España, como la Citroën viguesa. La construcción naval de Vulcano se inició con pesqueros de madera. Luego vendrían los de chapa de metal, los grandes arrastreros, los quimiqueros, las dragas, los sísmicos, la reparación de los trasatlánticos que transportaban la emigración a América y la construcción de todo tipo de buques. Y así hasta la construcción de hitos como el offshore "Boa Deep C", que incluso trabajó el año pasado en el sellado de la fuga de petróleo en el Golfo de México, según destaca el director general, de Vulcano, José Domínguez.

Pero Vulcano, al margen de su evolución tecnológica plasmada en los centenares de buques –"nadie sabe cuántos"– que puso a navegar por todos los mares del mundo, fue también "garantía de empleo, un trabajo para toda la vida", una empresa de sagas familiares en la que se celebraba cada julio la onomástica de Don Enrique con paga extra, comida y regalo de la plantilla al patrón. Era una estructura empresarial "de otro tiempo, paternalista", en la que el empresario "prestaba el dinero sin intereses a sus obreros para la construcción de sus casas", se promovían cooperativas de viviendas –más de 300 en Travesía de Vigo o Coia– y donde incluso nació el balonmano vigués con el equipo del astillero, el Vulcano, que permaneció varios años en la máxima categoría nacional. Son las historias que evocan con emoción y confianza en el futuro –"ya vimos el cierre muchas veces y nunca llegó"–, trabajadores veteranos como José Luis Alonso y Alfonso Álvarez, con 50 y 45 años en el astillero, respectivamente, o incluso la nuera del fundador Enrique Lorenzo y viuda de Enrique Lorenzo Feijóo, que ayer contemplaba con sus hijos Montse y Miguel "muy emocionada" imágenes que son tambiñen su vida familiar.

Muy cerca, el presidente del actual comité de empresa, Antonio Fernández, reflexiona ante las imágenes del pasado de Vulcano y su presente en concurso de acreedores. "Esto es la historia y solo deseamos una cosa: que siga la historia".