El valor de las pieles

Galicia es para los expertos un área con grandes condiciones para el aprovechamiento industrial de los residuos pesqueros

P. Piñeiro - Vigo

El sector pesquero gallego –incluyendo solo la flota de arrastreros de altura y gran altura, los palangreros de superficie, la industria transformadora de congelados y las lonjas– genera cada año en torno a 6.300 toneladas de pieles de pescado procedentes de catorce especies distintas, aunque solo ocho de ellas aportan el 95% del volumen contabilizado y un 60% se genera en tierra.

Estos subproductos son considerados residuos y encuentran escasas aplicaciones industriales más allá de las fábricas de harinas o aceites de pescado, cuando experiencias realizadas en lugares no tan lejanos como Cataluña muestran un camino posible hacia su aprovechamiento para, por ejemplo, la producción industrial de gelatinas o colágenos.

Es el caso de la empresa gerundense Gelatines Juncá, radicada en Banyoles y especializada en la producción de gelatinas de origen animal, mayoritariamente porcino y bovino, para la producción, por ejemplo, de envases en cápsulas para la industria farmacéutica. Su producción anual es de 250.000 toneladas al año, el 1,5% del consumo mundial.

Tras la crisis de las vacas locas y la "psicosis" que produjo entre los consumidores, sus directivos encontraron en el aprovechamiento de las pieles de pescado una línea de producción alternativa, que indagaron y ultimaron a comienzos de esta década con la aportación de la materia prima que lograban gracias a su acuerdo con el grupo conservero gallego Jealsa.

Sin embargo, las "suspicacias" de algunos de sus clientes a la posible mezcla de ambas líneas de producción dejaron en stand by la innovadora apuesta marina que, ahora, modificada y orientada hacia el colágeno hidrolizado, ha tomado forma en las lejanas Islas Feroe, en el Atlántico Norte, donde la firma catalana ha constituido una joint venture, Seaenergy, para la producción de colágeno a partir de las pieles de pescados blancos, como el bacalao, abundante en aquellas aguas y seña de identidad de las islas boreales.

La creciente demanda de este producto para ingerir como complemento nutricional, en el emergente mundo de la alimentación funcional, animaron a los emprendedores catalanes a invertir unos cinco años y dos millones de euros en una aventura industrial que hoy encuentra su mercado en Japón y los países asiáticos y ello tras superar "con éxito" un complejo proceso de concreción industrial y comercial.

La planta de fabricación está ya en marcha y produciendo desde hace dos meses. De momento, solo 150 toneladas este año, aunque la previsión es duplicar esa producción en dos años.

Su producto se comercializa a un precio de referencia de 12 euros por kilo y, según la empresa, la proporción de aprovechamiento es un kilogramo de colágeno por cada diez de materia prima.

"Galicia es una zona muy propicia y con condiciones únicas para estas innovaciones; tiene materia prima y estoy seguro de que después de estudios serios de cantidades, logísticos y comerciales, podría avanzar por ese camino; ahora que ya está en parte rodado, es solo cuestión de colaboración y de buscar las complementariedades más interesantes", explicó Miguel Juncá, directivo de la Gelatines Juncá y presidente de Seanergy.

Juncá participó el pasado viernes, para explicar su propia experiencia, como ponente en el seminario sobre valorización de subproductos de la pesca que celebró el Centro Tecnolóxico do Mar (Cetmar), donde atendió las consultas e interés de algunos empresarios locales del sector pesquero, desde la conserva a la innovación.

En el encuentro, incluido en el proyecto Iberomare –iniciativa en la que trabaja Cetmar junto a entidades de España y Portugal para generar propuestas para valorizar recursos marinos no aprovechados hasta ahora–, los expertos apelaron a la unidad y la colaboración del sector para apostar por esta vía.

Así, por ejemplo, Julio Maroto, coordinador del área de Tecnología de los Productos Pesqueros del Cetmar, explicó la inexistencia de industrias dedicadas a este tipo de transformación y factores como el desfase tecnológico en relación a otros países o la falta de tradición en este ámbito.

Julio Maroto citó además como inconvenientes para el desarrollo de esta interesante línea industrial "la dispersión y la atomización en la generación de los subproductos pesqueros, con los consiguientes problemas logísticos, o la heterogeneidad en la caracterización de los residuos, así como el hecho de muchos de ellos se generan a bordo, con el consiguiente incremento en los costes del proceso".

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