Si en estos días aquellos que disfrutan con la pesca en la Ría de Vigo se han encontrado con algunos ejemplares con una marca amarilla en el dorsal, no se asusten. No se trata de ninguna mutación, sino que esos peces forman parte de una investigación que lidera el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (CSIC), dentro del proyecto Artevigo. Esta investigación, dirigida por Fran Saborido-Rey, tiene como objetivo profundizar en el conocimiento de la biología y ecología espacial de algunas de las principales especies de peces que son objeto de pesca artesanal en la Ría.

Los investigadores del Centro de Bouzas se han centrado en dos de las especies más emblemáticas de la pesca de bajura en Galicia: la maragota y el pinto –que son la misma especie– y el abadejo. Dos peces muy diferentes, cada uno de ellos con "su nicho ecológico", como indica Saborido; "cada uno hace un uso muy diferente de la Ría". El objetivo de Artevigo es conocer los principales parámetros reproductivos y de crecimiento de estas especies, así como describir su comportamiento y movimientos. Y para esto deben capturar ejemplares y marcarlos. Sólo así podrán hacer un buen seguimiento.

Uno de los métodos que utilizan es ya clásico en este tipo de estudios y se trata de señalizar a los ejemplares con unas marcas de plástico en el dorso. Para este tipo de marcaje, los investigadores solicitan la colaboración del colectivo del mar. Cada vez que algún marinero profesional o deportivo se encuentre con uno de estos peces, puede ponerse en contacto con el Instituto a través del teléfono que hay impreso en ella. A cambio recibirá un obsequio del CSIC y la posibilidad de ganar un vale de 300 euros para gastar en Efectos Navales Jesús Betanzos, establecimiento colaborador en las campañas de marcado.

Los responsables del proyecto también organizan salidas con pescadores voluntarios para la capturar, marcar y liberar ejemplares. "Hemos organizado una para el próximo sábado 28 de agosto en colaboración con el Liceo Marítimo de Bouzas", apunta el director del proyecto. "La colaboración de los pescadores es fundamental, ya que nuestra capacidad de pesca es pequeña". Por el momento ya han marcado a 150 peces, y el próximo fin de semana esperan marcar unos 300, hasta llegar a los 1.000 ejemplares marcados a final de año.

"Este tipo de marcaje indica si el pez se ha movido y hacia dónde, pero no cómo lo ha hecho ni cuántas veces", comenta Saborido. Por eso, el proyecto Artevigo también utiliza técnicas acústicas para seguir a los peces. Lo más curioso es que los emisores no son externos como las marcas plásticas, sino que van implantados en la cavidad visceral del pez, por lo que es necesaria la cirugía. "Se trata de una tecnología novedosa para nosotros y compleja en su análisis. Por eso contamos con la colaboración del grupo de ictiología del IMEDEA (Universidad de las Islas Baleares–CSIC). El emisor es totalmente estanco e inocuo para el pez, que es perfectamente comestible una vez eviscerado.